6/26/2023

Las dañinas lecturas al Tanaj heredadas por Jesús, el Cristo.

BS"D


Por Neshamot Deot 

En la mayoría de lectores, de cualquier tipo de documento, suele reposar un prejuicio de orden empirista que desborda y atrapa siempre al arriesgado proceso intelectual de la lectura. ¿En qué consiste? En considerar –y he ahí el error- que por el hecho de leer ya sé puede entender de manera inmediata; el lector promedio y básico piensa que el texto sé va a entregar a su intelecto sin esfuerzo y trabajo alguno, que éste no requiere de ahondamiento y profundización.  En realidad, leer es recordar, en principio, que hay o hubo del otro lado de la hoja impresa - con su tiempo, idiomas, tradiciones y conocimientos- un intelecto que produjo ese documento desde otro nivel de conciencia, de vida, de experiencia. Por eso al leer sé intenta, o sé debería intentar, superar un abismo: el abismo de un particular poder de comprensión que se enfrenta al superior –por lo general- poder de redacción y concreción del escriba o redactor.

Al leer el Tanaj tenemos un problema idéntico, pero de – y quiero emplear irónicamente una expresión conocida- magnitudes bíblicas a la hora de abordar su contenido y la consecuente interpretación de la manera adecuada. Y lo peor es que hay quienes, basándose en esa o esas lecturas, pretenden presentarla como la mejor versión para llegar a la cabal comprensión y entendimiento de sus palabras, pues consideran que así y solo así debe ser interpretada. Y desde esa perspectiva comenten un error enorme porque olvidan e ignoran toda la tradición en la que el Tanaj en su composición literaria, cultural, lingüística y espiritual surge, se mantiene y continúa siendo estudiada.       

¿Qué interrumpió o entorpeció el camino hacia una lectura sana y potente del Tanaj? La respuesta es simple, pero presenta varias aristas: su núcleo es la clave interpretativa que el cristianismo empleó para abordar al Tanaj y el centro reside en la egoísta perspectiva que Jesús empleó como llave al trasladar todo el peso de su fuerza textual a los límites del "mi" que había sido inundado por la fuerza y necesidad de asimilarse o haber sido asimilado a la palabra de "Mesías" que no tardaría en ser concebida como Cristo para sus futuros seguidores.   

El Nuevo Testamento hace que surja una estructura mental que se organiza como una sintaxis desastrosa en la que un orden determinado de paradigmas manipulados por doctrinas subyacentes en conjunto manipula y genera una serie de esquemas de pensamiento reconocibles por sus ideas falaces e inadecuadas. Además de eso hace algo a un más dañino que no solo tergiversa el presente moral y espiritual del creyente: obnubila a la inteligencia para que no pueda comprender el valor espiritual que el Tanaj tiene y como en su tejido lingüístico resguarda precisos tesoros tanto para judíos como para no judíos y, por el contrario, hace leer al Tanaj desde su perspectiva cristiana, haciendo que sea leído como si en efecto fuera un texto cristiano y un antecedente histórico necesario para llegar a Jesús o, en su versión menos agresiva, como si todo su objetivo se cifrara en la esperanza en un mesías. Y nada lejos de la realidad, el Tanaj es un texto cuyo valor no depende de doctrinas o esperanzas, sino del trayecto espiritual que el pueblo judío recorre en la historia mientras, a su vez, recorre sus páginas y se recuerda a sí mismo, en el análisis de los días y las sagradas palabras, la misión colectiva de aportar luz al mundo. 

Por siglos muchos han leído el Tanaj en calidad de "antiguo testamento", como si de un libro cristiano se tratase y todo en clave de Jesús; eso además de un error, ha originado una serie de lecturas que pretenden explicar y dar cuenta al lector de cómo debería ser leído y comprendió en su origen, motivo y propósito, abarcando desde las perspectivas más metafísicas en el gnosticismo hasta la versión académica de la Hipótesis documentaria, pasando por la tipología del catolicismo y la "alienigenización" de sus descripciones y algunos de sus "personajes", para valerme de un neologismo. Esas lecturas inician, en buena medida, en la voz del humilde hombre que no dudaba decir a boca llena "Yo soy" y es continuidad por eso sus seguidores, llámense gnósticos, mesiánicos, netzaritas, nazratim, mormones o cualquier combinación de estos, quienes cometen el error de leer a Jesús en todas las escrituras y extienden eso, a través de varios mecanismos, a los escritos del Nuevo Testamento o aquellos que quedaron por fueran del canon, tanto apócrifos o la literatura patrística: libros rebosantes de cristocentrismo, literatura doctrinera perdida en ese aspecto en el que pretende hallar su liberación. 

Jesús fue un exégeta de su ego, y de eso dan testimonio los textos que pretenden defender sus credenciales; por ejemplo en Lucas 24:44, encontramos estas palabras "Y les dijo: Esto es lo que yo os decía cuando todavía estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".  ¿A caso hay algo escrito sobre él en estos tres órdenes del canon judío? Salvo en el pasaje de la advertencia sobre el falso profeta en el Libro de Devarim, nada. También, en el evangelio de Juan 5:39-47, encontramos estas palabras, partes de un delirante y contradictorio discurso donde el ego del protagonista sale a relucir:  

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ese recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

"Sobre mí", "venir a mí", "de mí…", "a mí", "me creeríais a mí ", no puede Pasar tres líneas sin hacer autorreferencia: si Jesús hubiese conocido que era una galaxia la hace girar sobre sí mismo. Con razón dice que "gloria de hombres no recibe" si con la que él mismo se da le basta y le sobra.  Además, ¿por qué manda a otros a que escudriñen las Escrituras y que crean en Moisés? Creo que debería hacerlo él primero, cuando precisamente por leer a Moshé no puede creerse en él, están en las antípodas. Como sea, desde esta perspectiva, asumiéndola, tomándola como una guía digna para la lectura del Tanaj, sus primeros seguidores pensaban y redactaban (si es que fueron ellos) escritos en los que comenzaban a comprender la realidad a partir de la llegada de su "Maestro". De ahí que el redactor anónimo de la llamada Carta a los hebreos inicia su proclamación diciendo:    

En tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. Ahora, en estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo, mediante el cual creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas (Carta a los hebreos 1: 1-2, versión Dios Habla Hoy).

De este modo, con esta retórica, se inaugura una nueva dinámica para asumir la lectura y la actitud hacia las Escrituras Hebreas, además de gestar con ello un dualismo temporal en el que la oposición de antes-ahora va a relucir a lo largo y ancho del discurso y la propaganda cristiana que encontrará en esta y otras fuentes de su principal texto sagrado, las bases para establecer y decretar que era antiguo y nuevo, que correspondía al pacto judío y cual al nuevo mensaje que traía el cristianismo y que, en conjunto, desembocará en la llamada teología del reemplazo. 

Desde ahí, con esa creencia de superioridad moral, intelectual, espiritual, se va a leer el "Antiguo Testamento". Por ejemplo, en el libro "Pentateuco" del autor católico Eugenio Lakatos Janoska[1] se define al Tanaj como: "[…] Colección de libros sagrados que han sido escritos antes de la llegada de Jesucristo y contienen la historia del pueblo de Dios con sus instituciones que anunciaban la salvación venidera de la persona del Mesías". Una definición tan dependiente a los gustos mesiánicos de los cristianos es un despropósito con todos los autores y todos los guardianes materiales e intelectuales del Tanaj. 

Pero estas y otras palabras no son sino eco de las ya formuladas por Agustín de Hipona cuando en De catechizandis rudubuz 4,5, declaraba: "El Antiguo Testamento no contienen otra cosa sino misterios que miran a Cristo". ¿Solo contiene eso? ¿Las vidas y enseñanzas de todos los sabios, reyes y profetas solo contienen tales misterios? Por supuesto que no. Cada aspecto del Tanaj apunta a muchos niveles y estratos de conocimiento y no se quedan solamente apuntando a la idea de un Mesías, así se trate del auténtico. Para el cristianismo esa es la base para hacer la llamada "Lectura tipológica" del Antiguo Testamento, esa que asegura que todo lo que aconteció y es descrito en sus páginas es un tipo o figura que anticipa lo que le sucedió a Jesús. ¡Ni más faltaba! Pero de esta manera se traza una relación entre los personajes del Tanaj y, supuestamente, la figura de Jesús: Adam, Moisés, Josué, David… anticipan a Jesús; las dos esposas de Abraham, sirven para referirse simbólicamente a los dos testamentos: Agar, la esclava, prefigura al Antiguo Pacto; Sara, la libre, señala al Nuevo Pacto; de igual modo, todo lo bueno que le corresponde a Israel es en realidad para el Nuevo Israel, la Iglesia de Cristo. ¿Y lo malo? Eso sí se queda con el viejo Israel, el de la carne. (Romanos 5:14; 1 de Corintios 10:11; Gálatas 4:24 y 6:16) 

No hay sistema interpretativo - que es a la vez una mecánica de lectura- más pobre, facilista y rudimentario que el de la tipología: nada propone, nada indaga, en nada se avanza con él. Todo lo opuesto al PaRDeS de la hermenéutica clásica del mundo judío con todas sus reglas, normas y principios de disertación, desde los cuales, durante siglos se han elaborado los más ricos comentarios que tratan todos los aspectos que pueden ser despendidos en el correcto estudio de la Toráh y de los que se aprenden un sin fin de enseñanzas de un alto nivel moral, intelectual y espiritual.

De igual modo, en el mismo De catechizandis rudubuz IV, 8 el ya mencionado Agustín de Hipona declaraba: "[…] El Nuevo Testamento en el Antiguo está en un estado latente, y el Antiguo Testamento en el Nuevo está en un estado patente." Las dos oraciones no pueden ser más falsas, por un lado, nada del Nuevo Testamento ni por motivo, espíritu o intención está en el "Antiguo" (si por ello se refiere al Tanaj), nada en sus páginas late y anuncia alguna de las doctrinas neotestamentarias. Y sin duda alguna tampoco el Nuevo Testamento refleja lo que el "Antiguo" pretende decir: que emplea una traducción de él, que lo emplee para hacer parecer y validar su postura es otra cosa. Es frecuente en el Nuevo Testamento que se introduzcan las citas con las siguientes fórmulas: "¿No han leído ustedes?", "Está escrito que…", o " se cumple lo que dijo el profeta", "…para que se cumpliera la Escrituras", o "…dicen las Escrituras…"; pero no son más que artificios que operan en dos vías: pretendiendo demostrar que en Jesús se cumple lo que está escrito en el Tanaj (cf. Mt 13.14-15; Jn 19.28) y como el planteamiento del Tanaj se cumple en el Nuevo Testamento. Y todos estos a pesar que, como ya es muy sabido, hay citas que no concuerdan con el texto del Antiguo Testamento, en varios casos no está claro de dónde se está citando el pasaje, hay comparaciones raras o ajenas al documento que pretenden citar o se hacen interpretaciones forzadas, En definitiva, una vorágine de citas acomodadas al gusto doctrinal que la ocasión amerite.  

Estas palabras de Agustín de Hipona no hacen sino dar cuenta de algo que ya empleaban hace siglos en el cristianismo para abordar el estudio de las Escrituras y que son otras dos clases de lecturas: la de "Promesa-cumplimiento" y la que considera al Antiguo Testamento como pedagogo hasta Cristo. En cuanto a la primera, opera de un modo muy simple: El Antiguo Testamento contiene promesas hechas por Dios al pueblo de Israel y se cumplieron en Jesús; regla que se aprende de él mismo cuando en Lucas 4:21 se dice que: "Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros". Idea que puede verse también operando en pasajes como Mateo 1:22; 2:23: 4:14; Romanos 10:4 y en 2 de Corintios 3:7-11.  

En cuanto a la lectura del Antiguo Testamento como pedagoga, se aprende de Pablo, cuando en Gálatas 3:23-25 afirma: "Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo". La palabra que en la Versión de Reina-Valera se traduce como "ayo", corresponde al griego Paidagogo, que era, para los tiempos de la redacción de la carta, el esclavo tutor que se encargaba de educar y proteger al hijo de un potentado, minimizando con esa analogía la dignidad de la Toráh.[2] 

Esta clase de pensamiento, formado por la doctrina paulina llega a todos los rincones de las enseñanzas del cristianismo, desde el Catolicismo Romano que lo publica en cuanto libro, folleto o página de Internet puede,[3] hasta las sectas más apartadas del dogma central conocido, como es el caso del mormonismo que en su libro sagrado, en varios pasajes, hace un eco burdo y amplificado de esta idea. Tómennos por ejemplo esta cita del Libro de Mosíah 13:2-33, donde se declara:

Ahora bien, habéis dicho que la salvación viene por la ley de Moisés. Yo os digo que es preciso que guardéis la ley de Moisés aún; más os digo que vendrá el tiempo cuando ya no será necesario guardar la ley de Moisés. Y además, os digo que la salvación no viene solo por la ley; y si no fuera por la expiación que Dios mismo efectuará por los pecados e iniquidades de los de su pueblo, estos inevitablemente perecerían, a pesar de la ley de Moisés. Y ahora os digo que se hizo necesario que se diera una ley a los hijos de Israel, sí, una ley muy estricta; porque eran una gente de dura cerviz, presta para hacer el mal y lenta para acordarse del Señor su Dios; por tanto, les fue dada una ley; sí, una ley de prácticas y ordenanzas, una ley que tenían que observar estrictamente de día en día, para conservar vivo en ellos el recuerdo de Dios y su deber para con él. Mas he aquí, os digo que todas estas cosas eran símbolos de cosas futuras. Y bien, ¿entendieron la ley? Os digo que no; no todos entendieron la ley; y esto a causa de la dureza de sus corazones; pues no entendían que ningún hombre podía ser salvo sino por medio de la redención de Dios. Pues he aquí, ¿no les profetizó Moisés concerniente a la venida del Mesías, y que Dios redimiría a su pueblo? Sí, y aun todos los profetas que han profetizado desde el principio del mundo, ¿no han hablado ellos más o menos acerca de estas cosas?

De igual modo en otros versículos del canon mormón pueden verse como en su "evangelio restaurado" no hacen sino continuar con los viejos prejuicios al continuar sosteniendo esos lugares comunes de todo el cristianismo con respecto a la “La Ley de Moisés”, como que era altamente simbólica y llena de semejanzas que señalaban hacia Cristo y su expiación futura, o que era en realidad un “evangelio preparatorio” que incluía ciertos principios (como el arrepentimiento o la remisión de pecados). Una mezcla de la lectura tipológica, la pedagógica y la del cumplimiento-promesa al servicio de los seguidores de Joseph Smith 


Esta última forma de lectura, enseñada por Pablo, fue continuada de manera más radical por Marción de Sinope y Maní, quienes también leían al Antiguo Testamento pero desde una clave dualista que ya no solo oponía a la Toráh y al evangelio (o Antiguo Testamento y Nuevo Testamento), sino que los declaraban abiertamente antagónicos, decidiéndose a favor de este último bajo la seña de afirmar que la Toráh representaba la justicia, el rigor, la dureza y era el producto de un dios menor y creador de la materia; mientras el Nuevo Testamento (en una versión reducida a Lucas y algunas cartas de Pablo, en el caso de Marción) representaba al amor, la misericordia y la libertad producto del dios mayor y padre de Jesús; uno era sinónimo de la oscuridad en la que estaba sumida la humanidad y el otro era el mensaje de liberación de la materia al que solo se accedía por la vía de la gnosis. 

Lo interesante es que estas dos lecturas, al cabo de los siglos, fueron transmutándose en sectas, movimientos, herejías, y fueron quedando, dejando sus rastros y sus huellas hasta alcanzar -a mi modo de ver- a "reencarnarse" en dos posturas extremas y aún más empobrecedoras del Tanaj y que, aun moviéndose por vías disímiles, buscan menoscabar su integridad: la interpretación racionalista e hipercriticista de la Hipótesis Documentaria y la lectura fantasiosa que he llamado "interpretación alienígena". La primeras postulando una multiplicidad de textos y fuentes para  dar cuenta de un supuesto origen histórico de la Toráh, y que aún es defendida (o más bien creída) por muchos académicos que no saben que esa hipótesis es como el flogisto a la química; y la segunda, defendida por entusiastas del fenómeno OVNI que han engendrado títulos como El Libro de Urantia o doctrinas como las del llamado Movimiento Raeliano, que estiraron hasta la imaginación desbordada las palabras de Jesús cuando dijo que su reino no era de este mundo. Sería integrante y raro, poder contemplar un debate entre Erich von Däniken y Julius Wellhausen.

Estos tipos o clases de lecturas son las que subyacen a las ideas, conceptualizaciones e hipótesis que se tienen sobre el Tanaj y desde los cuales muchos lo abordaron para dar sus interpretaciones propias y entenderlo bajo alguno de esos lentes, pero no se percatan que dichos lentes fueron puestos por Jesús para dañar con ellos la imagen que tienen de las Escrituras Hebreas e imponer su lectura egocéntrica. 


Notas.
1. Lakatos Janoska, Eugenio. Pentateuco Facultad de Filosofía. Universidad Santo Tomás de Aquino. USTA, 1992. Bogotá, pp. 9.
2.  Véase en la página Oraj HaEmet en el Comentario llamado Contra la Carta a lo Gálatas lo siguiente:
"[…] pedagogo, y un esclavo del hogar encargado de mantener a los hijos (divinos) fuera de problemas y escoltarlos fuera de la casa. Pablo al llamar a la Torah como una pedagoga indican su papel temporal y la inmadurez de sus pupilos, es decir de la nación de Israel, el pueblo judío. Nuevamente Pablo considera la inferioridad de la Torah así como degrada al pueblo judío, este es el verdadero antisemita de Pablo de Tarso".
3.  A manera de ejemplo lo que dijo El Papa Francisco 11 de agosto de 2021 cuando centraba un proyecto de catequesis en la Carta a los Gálatas y la página católica www.exaudi.org ha iniciado el encabezado del articulo diciendo que:
"[…] ha destacado que “la Ley no da la vida, no ofrece el cumplimiento de la promesa, porque no está en la condición de poder realizarla”, que es “un camino que te lleva adelante hacia el encuentro”, el “pedagogo hacia la fe en Cristo, es decir el maestro que te lleva de la mano al encuentro. Quien busca la vida necesita mirar a la promesa y a su realización en Cristo”. https://www.exaudi.org/es/ley-pedagogo-fe-cristo/

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