2/11/2013

Tana”j a altura profética

BS"D



Tana”j a altura profética

¿Cómo se puede encontrar la persona con el Tana”j (La Biblia)? Antes que nada, hay que encontrarse con el autor. “Y tus ojos verán tus maestros”. El autor son los profetas que nos traen la Palabra de D’s, ya que D’s hace profetizar a los profetas, como explica el Ramba”m (Hiljot Isodei HaTorá, Cáp. 7). Hay distintos niveles en el Tana”j:Torá (Pentateuco) – es la profecía de nuestro Rav Moshé, por encima de todas las profecías. Neviim (Profetas) – profecía, propiamente dicha. Ktuvim (Escritos) – Inspiración Divina. Y todos esos niveles, son la Palabra de D’s.
Es todo un milagro, ¿cómo puede ser que la Palabra de D’s le llegue al hombre? Al rey de Kuzar le costó creer en ello, y le pidió al sabio que lo convenza que eso es posible (HaKuzari, de Rabí Iehudá HaLevi).
Aprendemos entonces que el profeta es una persona totalmente distinta. Un ángel se les reveló a los padres de Shimshón, y ellos pensaron que se trataba de un profeta. Cuando se elevó en las llamas y desapareció, comprendieron que se trata de un ángel. Pero antes, no fueron capaces de distinguir entre un ángel y un profeta.
Por ello, cuando el rey Shaul se encontró con los profetas, él mismo se convirtió en otra persona, y de momento que era meritorio, también él profetizó. También nosotros, cuando estudiamos el Tana”j nos convertimos en personas diferentes. Y en general, un mundo sin profetas o con ellos, es algo totalmente distinto.
Cuando cesó la profecía de Am Israel (el Pueblo de Israel) todo el género humano cayó. Hubo tres reacciones: El occidente, el lejano oriente y nosotros – el medio oriente. Los griegos dijeron: La profecía no cesó, porque nunca antes existió. Hay intelecto humano, nada más. La mística del lejano oriente dijo: El dios habló y continúa hablando, pero habla dentro del hombre. El dios no es una entidad autónoma, sino que algo que está dentro del hombre. Y nosotros dijimos: D’s habló, y ahora cesó. Pero nosotros continuamos estudiando las palabras de los profetas con fidelidad íntegra, como nos indican nuestros sabios, los discípulos de los profetas. “Y los profetas la trasmitieron aAnshei Kneset HaGdolá (la Gran Asamblea)” (Avot 1). Ezra, el escriba, fue el primero de esa Kneset HaGdolá, y también es Malají, el último profeta.
Intentamos un poco encontrarnos y entender las palabras de los profetas, y nos transformamos. Nos transformamos en otra persona, no una persona desconectada de este mundo, sino que una persona que trae la bendición de D’s en este mundo. Como dijo Rabí Meir (Avot, Cáp. 6 al principio): “Todo el que se ocupa de la Torápor la buena causa, se hace merecedor de grandes cosas” – elevadas cosas, celestiales, que no tenemos palabras humanas para definirlas. “Y no solo eso, sino que se hace merecedor de todo el mundo. Es llamado amigo, amado, ama a D’s, ama a las criaturas, alegra a D’s, alegra a las criaturas, y es vestido humildad y temor, y lo prepara para ser tzadik (justo), jasid (piadoso), recto y fiel, y lo aleja del pecado y lo acerca al mérito, y disfrutan de él buen consejo e inteligencia, entendimiento y valentía. Como dice el versículo (Mishlei 8:14): ‘Mío es el consejo y la sana sabiduría, soy la inteligencia’. Y le entrega reinado y poder y capacidad de juicio, y le revelan los secretos de laTorá, y se transforma en un manantial y en un río que no cesan, y es recatado y paciente y perdona al que lo ofende, y lo agranda y lo eleva por sobre todas las obras”. Todo el mundo cambia de apariencia.
Lo que hay en el Tana”j es algo que no se encuentra dentro nuestro, al alcance de nuestro intelecto, es decir, filosofía, sino que profecía. Es cierto que siendo seres humanos somos capaces de tener algún contacto con la Palabra de D’s, porque tenemos un alma Divina (véase al final de More Nebujim). Para ello, debemos elevarnos, llegar a la cima del límite espiritual de nuestra alma.
No debemos rebajar las palabras del Tana”j a nuestra pequeñez, sino que recordar que es algo Divino y no humano, que son palabras que nunca hemos escuchado. Son cosas infinitas, y es toda una maravilla que yo pueda entender algo de ellas. Para eso, debes salir de ti mismo, de tus limitaciones. Si no, nunca te encontrarás con elTana”j.
El que estudia en forma moderna, clasificando lo que es relevante y entendible, lo que es antiguo y primitivo, nunca estudió Torá en su vida, sino que se estudió a sí mismo, su personalidad, que fue formada por el entorno, la vida, la calle, el mercado, los medios de prensa. Él se considera dueño del texto, en forma post moderna, cuando no hay algo absoluto, no hay algo genérico, no hay algo eterno, sólo hay algo personal, individual. No es un estudio de laTorá por la causa en sí, respecto a la cual habló Rabí Meir, sino que una Torá para mí.
Por supuesto que las profecías que fueron escritas son necesarias para las generaciones futuras (Meguila 14). Es cierto que se reveló en cierto momento y en ciertas condiciones, pero su contenido está por encima del tiempo y el lugar, por ello también alumbra en otros momentos y otras condiciones.
Y por supuesto la Torá, que esta por encima del tiempo y el lugar, por encima de la realidad y antecede a la realidad, por ello alumbra todas las situaciones de la realidad. Ella alumbra en el estado y en el exilio, al sano y al enfermo, al recto y al ladrón, al rico y al pobre.
"¿Cómo se desarrolló su Torá?", le pregunta el rey de Kuzar al sabio, porque así ocurre con las religiones, que tienen un fundador y cada generación agrega y quita según lo que le parece. "No", le contesta el sabio, "nuestraTorá fue entregada toda ella completa". Una irrupción del cielo, con truenos y relámpagos, una pesada nube sobre el monte, y una voz fuerte del Shofar (cuerno), y todo el pueblo temiendo en el campamento. Y todo el monte temblando. Fue entregada de una vez, toda ella, y se revela paulatinamente.
El Tana”j mira con una mirada Divina al mundo, y orienta nuestra mirada en paralelo a la mirada Divina. “Verán con sus propios ojos” (Ishaya 52:8).
Por supuesto que se debe profundizar en el Tana”j, por supuesto que se debe hacer preguntas, aclarar hasta el final. Pero nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk dice en su artículo “Emet Bilti Meureret” (LeNetivot Israel Bet, 242) en cuanto a la actitud científica del estudio de la Torá, que todo depende del punto de partida, si creemos que frente nuestro se encuentra una verdad Divina, una verdad celestial que aceptamos con entereza o no.
El Tana”j es Divino, sobre humano, y nos indica cómo elevarnos a D’s, parecernos a él, como persona a imagen y semejanza Divina, y no – D’s no lo permita – un dios a imagen y semejanza humanas.
El Tana”j nos permite escuchar la palabra de D’s. Los profetas son otro mundo, ellos tiene una potencia de vida Divina que nosotros no tenemos, como explica el Rav Kuk en su libro “Orot” (Orot Miljama) en cuanto al nivel de nuestros patriarcas. Y entonces, ese estudio me transforma, en el campo intelectual, de la fe y moral.
El profeta tiene ojos distintos, nos habla desde un mundo absoluto, otro mundo, escucha la palabra de D’s que irrumpe en nuestro mundo, y entonces casi se desmaya, como un pequeño aparato sobre el que ha caído un rayo.
También nosotros estudiamos la Torá con santo temor, con temblor, como cuando fue entregada, como dijeron nuestros sabios (Brajot 22A).
Si no has entendido que el Tana”j es sobrehumano, no has entendido nada. Es profecía, no filosofía.
Por supuesto que hay lugar para el pensamiento propio, pero sólo después que has aceptado la fe con entereza en la palabra de D’s. Primero “acepta la verdad”, la verdad Divina elevada y absoluta, y sólo después “habla la verdad en su corazón”, como es explicado por el Rav Kuk (Olat Reaya). Pero si se comienza con “habla la verdad en su corazón”, es una disertación post moderna, cuando el texto es solamente la concepción comentarista del lector, un análisis humano subjetivo.
No mezcles entre tus pensamientos y la verdad Divina absoluta que alumbra todas las generaciones y todas las situaciones.
La profecía es un relámpago de un mundo superior, como explica el Ramba”m en su prólogo al libro “Moré Nebujim”. No es una pequeña linterna, sino que un relámpago fabuloso que irrumpe del cielo a la tierra, y por un momento alumbra todo el horizonte de una forma que nunca antes habías visto. También el que estudia la Torá por la causa en sí se hace merecedor a veces de un fabuloso relámpago, como es mencionado en el libro “Tania”, se hace merecedor de la comprensión auténtica de la palabra de D’s.


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