8/21/2011

Sí, podemos burlanos de los profetas de Baal... ¡Tal y como lo hizo Elías!

Sí, podemos burlanos de los profetas de Baal... ¡Tal y como lo hizo Elías!


Por eso nos reímos y burlamos de los armagedones profetizados sectas como la Watchtower que nunca se cumplieron. Nos reímos de los raptos anunciados por los cristianos evangélicos y los misioneros dizque "mesiánicos" que nunca ocurrieron y nunca ocurrirrán. Nos reímos de quienes dicen ser salvos y santos y que los demás no lo son. Nos burlamos del islám, de Mohamed y su patética religión de bombas vivientes, jejeje...

Más que nada nos reímos del "hechizo del nazareno" que después de 2000 años no logra componer a la humanidad y que cada día sigue perdiendo adherentes... Desde Roma, pasando por el pueblito de Lutero, hasta Brooklyn, NY. Nada de lo que diga el cristianismo en cualquiera de sus formas, ha resultado ser cierto.

Elías (Eliahu / אליהו) hizo reunir al pueblo en el monte Carmelo y lo expuso ante la necesidad de hacer una elección:

“Si Adonai es Dios, síganle; si es Baal, síganle a él" (מלכים 1 Reyes 18:21).

Y el profeta, portador del amor de Dios, no deja sola a su gente ante esta elección, sino que la ayuda indicando el signo que revelará la verdad: tanto él como los profetas de Baal prepararán un sacrificio y rezarán, y el verdadero Dios se manifestará respondiendo con el fuego que consumirá la ofrenda. Comienza así la confrontación entre el profeta Elías y los seguidores de Baal, que en realidad es entre el Señor de los judíos, Dios de salvación y de vida, y el "dios" sin consistencia, que no puede hacer nada, ni para bien ni para mal (ירמיה / Jeremías 10:5). Y comienza también la confrontación entre dos formas completamente distintas de dirigirse a Dios y de rezar.

Los profetas de Baal, de hecho, gritan, se agitan, danzan, saltan, alaban a su "dios", entran en un estado de exaltación llegando a hacerse incisiones en el cuerpo, “hasta estar cubiertos de sangre” (מלכים 1 Reyes 18:28). Hacen recurso a sí mismos para interpelar a su "dios", confiando en sus propias "seguridades" y "convencimientos" para provocar su respuesta.

Por ello los profetas de Baal llegan hasta hacerse daño, a infligirse heridas en el cuerpo, en un gesto dramáticamente irónico de sacrificio de sangre (como el del asesinado en el Calvario): para obtener una respuesta, un signo de vida de su "dios", se cubren de sangre, recubriéndose simbólicamente de muerte. Mientras esto ocurría, Elías se reía y se burlaba de ellos y de su "dios". "¿Dónde está su 'dios'?", les decía, miestras casi se arrastraba de la risa (מלכים 1 Reyes 18:1-40).

Muy distinta es la actitud de oración de Elías. Él pide al pueblo que se acerque, implicándolo así en su acción y en su súplica. El objetivo del desafío dirigido por él a los profetas de Baal era el de volver a llevar a Dios al pueblo que se había extraviado siguiendo al ídolo; por eso quiere que el pueblo se una a él, convirtiéndose en partícipe y protagonista de su oración y de cuanto está sucediendo. Después el profeta erige un altar, utilizando, como recita el texto, “doce piedras, conforme al número de los hijos de Jacob, a quien el Señor había dirigido su palabra, diciéndole: Te llamarás Israel” (v. 31). Esas piedras representan a todo Israel y son la memoria tangible de la historia de elección, de predilección y de salvación de que el pueblo ha sido objeto. El gesto litúrgico de Elías / Eliahu tiene una repercusión decisiva; el altar es el lugar sagrado que indica la presencia de Adonai.

Pero es necesario que el símbolo se convierta en realidad, que Israel reconozca al verdadero Dios y vuelva a encontrar su propia identidad de pueblo de Elohím. Por ello Elías pide al Eterno que se manifieste, y esas doce piedras que debían recordar a Israel su verdad sirven también para recordar al Señor su fidelidad, a la que el profeta apela en la oración. Las palabras de su invocación son densas en significado y en fe: “¡Adonai, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel! Que hoy se sepa que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu servidor y que por orden tuya hice todas estas cosas. Respóndeme, Eterno, respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, Adonai, eres Dios, y que eres tú el que les ha cambiado el corazón”. Elías se dirige a Adonai llamándole "Dios de los Padres", haciendo así memoria implícita de las promesas divinas y de la historia de elección y de alianza que unió indisolublemente a Adonai y a su pueblo. La implicación de Dios en la historia de los hombres es tal, que su Nombre está ya inseparablemente unido al de los Patriarcas, y el profeta pronuncia ese Nombre santo para que Dios recuerde y se muestre fiel, pero también para que Israel se sienta llamado por su nombre y vuelva a encontrar su fidelidad. 

Claro que podemos reirnos de los seguidores de Baal y de sus profetas falsos... Pero nunca olvidemos mostrarle el camino a esos pobres ciegos incautos, amantes y seguidores de un "salvador" que no salva"...

אֲדוֹן עוֹלָם אֲשֶׁר מָלַךְ 
בְּטֶרֶם כָּל יְצִיר נִבְרָא
לְעֵת נַעֲשָׂה בְחֶפְצוֹ כֹּל
אֲזַי מֶלֶךְ שְׁמוֹ נִקְרָא
אֲזַי מֶלֶךְ שְׁמוֹ נִקְרָא
לְבַדּוֹ יִמְלוֹךְ נוֹרָא
וְהוּא הָיָה וְהוּא הֹוֶה
וְהוּא יִהְיֶה בְּתִפְאָרָה
וְהוּא אֶחָד וְאֵין שֵׁנִי
לְהַמְשִׁילֹ לוֹ לְהַחְבִּירָה
בְּלִי רֵאשִׁית בְּלִי תַכְלִית
בְּלִי רֵאשִׁית בְּלִי תַכְלִית
וְהוּא אֵלִי וְחַי גּוֹאֲלִי
וְצוּר חֶבְלִי בְּיוֹם צָרָה
וְהוּא נִסִּי וּמָנוֹס ִלִי
מְנָת כּוֹסִי בְּיוֹם אֶקְרָא
בְּיָדוֹ אַפְקִיד רוּחִי
בְּעֵת אִישָׁן וְאָעִירָה
וְעִם רוּחִי גְוִיָּתִי

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