5/15/2025

¿Raíces Hebreas? Tláloc, el dios de la lluvia azteca, ¿un efraimita con shofar?

BS"D




En las últimas décadas, ha surgido un fenómeno peculiar entre diversos grupos religiosos sincréticos en México y otras partes de América Latina. Estos grupos, denominados "yauchitas" por su costumbre de referirse a Jesús como Yauchua o Yahshua, han elaborado narrativas que intentan vincular a deidades precolombinas con supuestos orígenes hebreos. Particularmente llamativa es la teoría que propone que Tláloc, el venerado dios azteca de la lluvia, habría sido en realidad un descendiente de la tribu de Efraím que habría llegado a Mesoamérica en tiempos remotos.

Según esta narrativa, ciertos elementos iconográficos de Tláloc serían evidencias de su “origen hebreo”. Por ejemplo, afirman que en representaciones antiguas como la presuntamente proveniente de la “Relación de Texcoco”, Tláloc aparece sosteniendo lo que interpretan como un shofar, el tradicional cuerno de carnero utilizado en ceremonias judías. Incluso sugieren que la vestimenta ornamentada del dios guarda semejanzas con prendas rituales judías como el talit katan, mientras que su elaborado tocado sería una versión de la kipá. Las campanas o cascabeles que adornan su indumentaria serían, según esta interpretación, reminiscencias de las campanillas de oro (pa'amoné zahav) y las granadas de lana turquesa (rimone tejelet) que adornan el me'il (מעיל) del Cohen HaGadol que se menciona en Shemot / Éxodo 28:33-35. 

Esta tendencia a reinterpretar deidades mesoamericanas bajo un prisma hebraico no se limita a Tláloc. De manera similar, el dios maya-quiché Kukulkán (o Quetzalcóatl para los aztecas) ha sido objeto de interpretaciones similares que lo vinculan con tradiciones judeo-cristianas. Un análisis de estos argumentos revela patrones comunes en estas apropiaciones culturales que merecen ser examinados desde una perspectiva crítica.

Es notable que estas reinterpretaciones siguen una estructura argumentativa sorprendentemente similar a la empleada en textos mormones para establecer conexiones entre figuras mesoamericanas y narrativas bíblicas. La teología mormona, fundamentada en el Libro de Mormón, propone que Yeshú visitó América después de su resurrección, evento supuestamente narrado en 3 Nefi 11:8-10: 

“& it came to pass that again they heard the voice & they understood it not & again the third time they did hear the voice & did open their ears to hear it & eyes were towards the sound thereof & they did look steadfastly towards Heaven from whence the sound came & behold the third time they did understand the voice which they heard & it sayeth unto them Behold my beloved Son in whom I am well pleased in whom I have grorified my name hear ye him & it came to pass as they understood they cast their eyes up towards Heaven & behold they saw a man decending out of Heaven & he was cloathed in a white robe &1300 he came down & stood in the midst of them & the eyes of the whole multitude was turned upon him & they dearst not open their mouths even one to another & they wist not what it meant for they thought it was an angel that had appeared unto them & it came to pass that he streached forth his hand & spake unto the people saying Behold I am Jesus Christ of which the prophets testified that should come into the world”

(Traducción: & aconteció que nuevamente oyeron la voz & no la comprendieron (Biblia King James, Juan 12:28-29) & nuevamente por tercera vez oyeron la voz & abrieron sus oídos para escucharla & sus ojos se dirigieron hacia el sonido de la misma & miraron fijamente hacia el Cielo de donde provenía el sonido & he aquí a la tercera vez comprendieron la voz que oyeron & les decía: ‘He aquí a mi Hijo amado en quien me complazco en quien he glorificado mi nombre escuchadle’ (BKJ, Mateo 17:5) & aconteció que al comprender alzaron sus ojos hacia el Cielo & he aquí vieron a un hombre que descendía del Cielo & estaba vestido con una túnica blanca (BKJ, Apocalipsis 1:13) &1300 descendió & se colocó en medio de ellos & los ojos de toda la multitud se volvieron hacia él & no se atrevían a abrir sus bocas ni siquiera uno al otro & no sabían qué significaba porque pensaban que era un ángel que se les había aparecido (BKJ, Lucas 1:12) & aconteció que extendió su mano & habló al pueblo diciendo: He aquí yo soy Jesucristo de quien los profetas testificaron que vendría al mundo (BKJ, Juan 4:25-26)")

-Smith, J. (s.f.). Printer’s Manuscript of the Book of Mormon, circa August 1829–circa January 1830. Joseph Smith Papers. Folio 380-381.

Según esta doctrina, pueblos israelitas habrían migrado hacia América, trayendo consigo “tradiciones hebreas” que posteriormente se habrían transformado y preservado en las culturas indígenas. Los estudiosos mormones incluso argumentan que este descenso celestial pudo haber sido interpretado por las culturas mesoamericanas como la llegada de un ser divino serpentino, ya que en muchas tradiciones antiguas la serpiente representaba divinidad celestial.

El paralelismo entre ambas narrativas es evidente: tanto los grupos "yauchitas" como la exégesis mormona buscan establecer conexiones etimológicas entre términos hebreos y palabras de lenguas originarias americanas. Por ejemplo, se ha intentado vincular “Kán” (serpiente en maya) con "Ken" (קֵן) en hebreo que es nido, o "Kukul" (emplumado) con "qadosh" (קָדוֹשׁ, "santo"). Sin embargo, estas comparaciones carecen de sustento lingüístico real y constituyen ejemplos de lo que los académicos denominan "etimología popular" o "paraetimología", donde las similitudes fonéticas casuales se interpretan como evidencia de conexión histórica.

La tradición mormona busca incluso establecer paralelismos entre eventos celestiales narrados en su texto sagrado y elementos de la cosmología mesoamericana. En 3 Nefi 1:15,19 se narra: 

“& it came to pass that the word<​s​> which came unto Nephi was fulfilled according as they had been spoken for he beheld 1269 at the going down of the Sun there was no darkness [...] & it came to pass that there was no darkness in all that night but it was a light as tho it was mid day”

(& aconteció que las palabra<s> que llegaron a Nefi se cumplieron conforme habían sido pronunciadas porque él contempló 1269 al ponerse el Sol que no hubo oscuridad (BKJ, Josué 10:12-13) [...] & aconteció que no hubo oscuridad durante toda aquella noche sino que estaba tan claro como si fuera medio día (BKJ, Éxodo 10:23")) 

-Smith, J. (s.f.). Printer’s Manuscript of the Book of Mormon, circa August 1829–circa January 1830. Joseph Smith Papers. Folio 364.

Esta asociación de Yeshu con la “luz celeste” se ha utilizado para establecer conexiones con Kukulkán como deidad asociada con Venus y la luminosidad celestial.

Imagen: Quetzalcoatl , fol. 103v, Códice Ixtlilxóchitl. © Bibliothèque nationale de France.


Desde la perspectiva del judaísmo tradicional, estas apropiaciones resultan problemáticas en múltiples niveles. Primero, descontextualizan y malinterpretan elementos fundamentales de la tradición judía como el shofar, el talit o las vestiduras sacerdotales. Estas no son meras decoraciones o accesorios, sino objetos con profundo significado ritual y teológico dentro de un sistema religioso específico. Arrancarlos de su contexto para forzar comparaciones con iconografía mesoamericana constituye una distorsión significativa.

Además, la tradición judía ha sido históricamente cautelosa respecto a las interpretaciones que buscan encontrar "judíos ocultos" en diversas culturas del mundo. Si bien el judaísmo reconoce la dispersión histórica del pueblo judío (galut), las afirmaciones sobre tribus perdidas de Israel que habrían llegado a América siglos antes de la era común requieren evidencias históricas, arqueológicas y genéticas sólidas, no meras especulaciones basadas en similitudes visuales superficiales, coincidencias fonéticas, o en simple estupidez. 

Un elemento central en la argumentación mormona que parece haber influido en los grupos yauchitas es el concepto de "Reformed Egyptian" (egipcio reformado) mencionado en Mormón 9:32: 

“& now behold we have written this record according to our knowledge in the characters which are called among us the reformed Egyptian being handed down & altered by us according to our manner of speach” 

(“& he aquí nosotros hemos escrito este registro según nuestro conocimiento en los caracteres que son llamados entre nosotros el egipcio reformado siendo transmitidos & alterados por nosotros según nuestra manera de hablar (BKJ, 2 Timoteo 3:15; Éxodo 32:15-16)”) 

-Smith, J. (s.f.). Printer’s Manuscript of the Book of Mormon, circa August 1829–circa January 1830. Joseph Smith Papers. Folio 427.

Esta escritura supuestamente combinaba elementos del hebreo y egipcio, y algunos teóricos mormones han buscado similitudes entre esta escritura híbrida y los glifos mayas, estableciendo así un precedente para las teorías que ahora promueven los yauchitas.

Desde la arqueología y la historia, estas teorías enfrentan obstáculos insalvables. La cultura y religión mexica, incluido el culto a Tláloc (Cha’ac en maya), tiene orígenes bien documentados que se remontan a tradiciones mesoamericanas anteriores como Teotihuacán, donde ya se veneraba a una deidad de la lluvia con atributos similares. Los elementos que los "yauchitas" interpretan como un shofar son, en realidad, son símbolos asociados con la función de Tláloc como dios de las tormentas.

La vestimenta y ornamentos de Tláloc responden a una compleja simbología mesoamericana relacionada con el agua, la fertilidad y los ciclos agrícolas. Los ojos anillados, las fauces serpentinas y los adornos de jade tienen significados específicos dentro de la cosmovisión nahua que nada tienen que ver con tradiciones hebreas. Lo que para ojos no entrenados podrían parecer "campanas similares a las del Cohen Gadol" son, en realidad, chalchihuites o representaciones de gotas de agua, símbolos fundamentales en la iconografía de las deidades acuáticas mesoamericanas.

La supuesta imagen de la “Relación de Texcoco” mencionada como evidencia merece especial atención. Los expertos de la Biblioteca Nacional de Francia Bibliothèque nationale de France) han determinado que se trata de un dibujo de estilo occidental probablemente proveniente de la obra del cronista mestizo Juan Bautista Pomar. Esto la sitúa en el contexto del siglo XVI, cuando ya existía una fuerte influencia europea en las representaciones de deidades indígenas, lo que explica ciertas características estilísticas que podrían malinterpretarse como "hebreas" sin el contexto histórico adecuado.




Imagen: Tlallocantecuhtli, “Señor de Tlallocan” y dios altepetl, fol. 110v, Códice Ixtlilxóchitl. 
© Bibliothèque nationale de France.

De manera similar, las interpretaciones mormonas de Kukulkán como una manifestación americana de Yeshú se basan en lecturas selectivas de características como su supuesta piel clara o su promesa de retorno. El Libro de Mormón utiliza repetidamente la frase "white and delightsome" en pasajes como 2 Nefi 30:6: 

“& then shall they rejoice for they shall know that it is a blessing unto them from the hand of God & their Scales of darkness shall begin to fall from their eyes & many Generations shall not pass away among them save they shall be a white225 & a delightsome People” 

(“& entonces se regocijarán porque sabrán que es una bendición para ellos de la mano de Dios (BKJ, Lucas 1:66; Salmos 118:15-16) & las Escamas de oscuridad comenzarán a caer de sus ojos (BKJ, Hechos 9:18) & no pasarán muchas Generaciones entre ellos sin que lleguen a ser un pueblo blanco 225 & agradable (BKJ, 1 Pedro 2:9; Isaías 61:9) 

-Smith, J. (s.f.). Printer’s Manuscript of the Book of Mormon, circa August 1829–circa January 1830. Joseph Smith Papers. Folio 91.

El pasaje contiene una clara referencia a la conversión espiritual usando la metáfora de las "escamas" que caen de los ojos, similar a la experiencia de conversión de Saulo/Pablo en el libro de los Hechos. La referencia a volverse un pueblo "blanco y agradable" (white & a delightsome) refleja un lenguaje racializado presente en versiones tempranas del Libro de Mormón que posteriormente fue modificado en ediciones más recientes. Sin embargo, esta terminología ha sido utilizada para establecer conexiones con descripciones de Kukulkán como una deidad de piel clara o brillante en algunas tradiciones mayas.

El concepto mormón de "egipcio reformado" ha sido utilizado para establecer conexiones con los glifos mayas. Sin embargo, los lingüistas y epigrafistas que han dedicado décadas al desciframiento de la escritura maya han demostrado concluyentemente que este sistema de escritura se desarrolló de forma autóctona en Mesoamérica, sin influencia alguna de sistemas de escritura del Viejo Mundo.

Los textos mormones también hacen referencia al supuesto avance cultural de los pueblos que habrían migrado desde el Medio Oriente. En Helamán 3:14-15 se describe: 

“but behold a hundreth part of the procedings of this people yea the account of the Lamanites & of the Nephites & their wars & contentions & dissensions & their preaching & their prophecies & their shiping & their building of Ships & their building1173 of Tempels & of Synagogues & their Sanctuaries & their righteousness & their wickedness & their murders & their robings & their plunderings & all manner of abominations & whoredoms cannot be contained in this work” 

(“pero he aquí una centésima parte de los acontecimientos de este pueblo, sí, el relato de los Lamanitas & de los Nefitas & sus guerras & contiendas & disensiones & sus predicaciones & sus profecías & sus navegaciones & sus construcciones de Barcos & sus edificaciones1173 de Templos & de Sinagogas & sus Santuarios (BKJ, 1 Crónicas 9:1; 1 Reyes 11:41) & su rectitud & su maldad & sus asesinatos & sus robos & sus saqueos & todo tipo de abominaciones & fornicaciones no pueden contenerse en esta obra (BKJ, Juan 21:25; 2 Crónicas 36:8”) 

-Smith, J. (s.f.). Printer’s Manuscript of the Book of Mormon, circa August 1829–circa January 1830. Joseph Smith Papers. Folio 335.

Esta descripción de conocimientos avanzados ha sido conectada con el papel atribuido a Kukulkán y Tláloc como portadores de civilización, estableciendo así un patrón interpretativo que luego ha sido adaptado por grupos como los yauchitas.

Desde la perspectiva del judaísmo tradicional, resulta particularmente preocupante la forma en que estas apropiaciones tergiversan conceptos teológicos fundamentales. La comparación entre Kukulkán y la serpiente de bronce (najash nejoshet - נְחַשׁ נְחֹשֶׁת) mencionada en Números y reinterpretada en Helamán 8:14-15 del Libro de Mormón, representa una simplificación y distorsión de un episodio bíblico complejo:

“yea did he not bear record that the Son of God should come & as he lifted up the Brazen Serpant in the wilderness even so should he be lifted up which should come & as many as should look upon that Serpant should live even so as many as1221 should look upon the Son of God with faith having a contrite spirit might live even unto that life which is eternal” 

(“sí, ¿no dio él testimonio de que el Hijo de Dios habría de venir (BKJ, Juan 5:39) & así como él levantó la Serpiente de Bronce en el desierto (BKJ, Números 21:8-9) así también habría de ser levantado aquel que habría de venir & así como muchos que miraran a esa Serpiente vivirían (BKJ, Juan 3:14-15) así también muchos que 1221 miraran al Hijo de Dios con fe teniendo un espíritu contrito podrían vivir hasta esa vida que es eterna (BKJ, Salmos 51:17)”)

-Smith, J. (s.f.). Printer’s Manuscript of the Book of Mormon, circa August 1829–circa January 1830. Joseph Smith Papers. Folio 347.

En la tradición judía, la serpiente de bronce no es un tipo o presagio de una figura mesiánica futura, sino un instrumento concreto para un propósito específico en un momento histórico particular. Esta reinterpretación cristológica de un símbolo judío estableció el precedente para las posteriores apropiaciones de símbolos mesoamericanos como Kukulkán o Tláloc.

La arqueología moderna ha establecido claramente los orígenes y desarrollos de las civilizaciones mesoamericanas sin necesidad de recurrir a hipotéticas migraciones transoceánicas desde el Medio Oriente. Los estudios genéticos de poblaciones indígenas americanas confirman su ascendencia asiática a través de migraciones por Beringia, sin evidencia significativa de contribuciones genéticas del Medio Oriente en épocas precolombinas.

Las tradiciones religiosas mesoamericanas, ricas y complejas por derecho propio, merecen ser estudiadas y comprendidas en sus propios términos, no como versiones distorsionadas o "corruptas" de tradiciones de las sectas tóxicas de las Raíces Hebreas del Cristianismo. Esta forma de apropiación cultural no solo es históricamente incorrecta, sino que refleja una continuación de actitudes coloniales que niegan la originalidad y valor intrínseco de las culturas indígenas americanas.

El judaísmo enseña el valor de la verdad, como principio fundamental. Distorsionar la historia y la arqueología para forzar narrativas preconcebidas contradice este principio. La tradición judía valora el estudio riguroso y la precisión en la interpretación de textos y evidencias, no las especulaciones infundadas basadas en similitudes superficiales.

Las culturas mesoamericanas desarrollaron cosmovisiones sofisticadas y teologías complejas de forma independiente, como resultado de milenios de observación de sus entornos naturales y reflexión sobre la condición humana. Tláloc, lejos de ser un efraimita con shofar, representa la profunda comprensión que los pueblos mesoamericanos tenían del ciclo hidrológico y su importancia crucial para la agricultura. Kukulkán, por su parte, encarna complejos conceptos mayas sobre el tiempo, los ciclos cósmicos y la interrelación entre el mundo natural y espiritual.

Reconocer la originalidad y profundidad de estas tradiciones no disminuye en absoluto el valor de las tradiciones judías o mesoamericanas; por el contrario, nos permite apreciar la diversidad de caminos que diferentes culturas han seguido en su búsqueda de lo trascendente. El verdadero diálogo interreligioso e intercultural debe basarse en el respeto mutuo y el reconocimiento de estas diferencias, no en la apropiación o reinterpretación forzada.

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