Los Rabanim y la política
Pregunta: ¿Acaso es correcto que los Rabanim (Rabinos) se ocupen de política? Quizás su papel es ocuparse de la Torá, de la elevación de los individuos particulares en su vida – lo que, por supuesto, será una gran bendición para la nación. Pero no deben ocuparse de asuntos públicos generales. Y por supuesto que no deben ocuparse de asuntos públicos importantes en los que hay diferencias de opinión, cuando ellos reciben un sueldo del estado.
Respuesta: En efecto, hay una concepción de ese tipo que arguye que  “denle al Cesar lo que es del Cesar, y denle al dios lo que es del dios”. El  gobierno se ocupará de los asuntos del estado y este mundo, y las autoridades  religiosas se ocuparán de los asuntos de las almas y el Mundo Venidero. Esa  es la conocida concepción cristiana, y eso fue lo que le dijo esa persona a  nuestros sabios, los Prushim (Fariseos).
El problema es que mientras tanto, vivimos en este mundo, en la vida del público y del estado, y también tenemos planeado quedarnos aquí mucho tiempo - todo lo que nos permita D’s en Su bondad.
El problema es que mientras tanto, vivimos en este mundo, en la vida del público y del estado, y también tenemos planeado quedarnos aquí mucho tiempo - todo lo que nos permita D’s en Su bondad.
El problema es que justamente a través de lo que sucede en  este mundo llegamos al Mundo Venidero (Mesilat Iesharim, Cáp.  1).
El problema es que nuestro ideal no es sólo "el cielo",  sino que también "la tierra", siguiendo a nuestro patriarca Avraham que fue  ordenado: “Vete, a tu tierra”. Y también nuestro Rav Moshé fue ordenado por D’s:  “Bastante ha sido para ustedes permanecer en este monte, den vuelta y emprendan  el viaje... mira, que Yo he puesto la tierra delante de ustedes” (Dvarim 1:6-8).  Esa es la particularidad de nuestra Torá: No sólo una Torá del  individuo particular, sino que una Torá de la generalidad. O para ser más  exacto: La Torá del público general, y la Torá del individuo  particular. O más exacto aún: La Torá del individuo particular, a  través de la Torá del público general.
Porque, ¿qué es política? Es una palabra griega, que quiere  decir: "Dirección de la ciudad". Y en forma amplia: Dirección de la nación, del  país. Y por ello, no sólo que los Rabanim tienen permitido ocuparse de  ello, sino que tienen la obligación. Ellos no sólo son responsables del  espíritu de los individuos particulares, sino que también del público  general.
Por supuesto, no se trata de los detalles políticos, la  técnica, sino que de la filosofía de la política. ¿A qué se parece? Un Rav no se  ocupa de la medicina, sino que de la ética medicinal. No es un ecónomo, pero se  ocupa de la moralidad económica. No es un oficial de infantería, pero define lo  que es pureza de armas.
Y también se ocupa de la política, en el sentido de la  conducción de la nación y el país – lo que es un asunto para los pensadores.  Porque los activistas políticos y los organizadores son personas que tienen una  forma de ver parcial, no tienen las herramientas para encontrar la solución de  problemas generales con un sentido histórico, moral y espiritual. Esas  soluciones se encuentran en manos de los talmidei jajamim (eruditos del  estudio de la Torá).
Para ello, se debe conocer los hechos y los problemas,  conocer las instituciones, ser capaz de juzgar de acuerdo a los valores, de  reconocer procesos históricos. En pocas palabras: Ser el educador de la  nación. 
Por supuesto, también los técnicos políticos deben ser  personas limpias, que se ocupan de las necesidades del público con integridad –  y no estar hundidos profundamente en el barro de las maquinaciones inmorales.  Pero también cuando sean leales sirvientes del público, no podrán elevarse en el  sublime modelado de la sociedad – lo que entiende el talmid jajam, esa  maravillosa persona que se lo puede definir como un idealista-realista. Por  ello, los pensadores siempre se ocuparon de la política, desde los profetas  hasta los sabios – es decir, deben conocer bien la realidad, determinar la meta  y señalar los caminos a ella. En una palabra: Educar la nación.
Y esa es la respuesta a la pregunta: ¿Qué deben hacer los Rabanim que reciben un sueldo del estado, cuando – D’s no lo permita – las instituciones estatales le ordenen no opinar en cuestiones políticas?
Y esa es la respuesta a la pregunta: ¿Qué deben hacer los Rabanim que reciben un sueldo del estado, cuando – D’s no lo permita – las instituciones estatales le ordenen no opinar en cuestiones políticas?
Muy sencillo: Ellos continuarán opinando, como lo hicieron  los profetas y los sabios a lo largo de todas las generaciones, incluso en la  galut (el exilio).
Ocurrió una vez que Rabí Menashe de Ilya criticó agudamente el gobierno  ruso en cuanto al decreto de los cantones (niños judíos de 10 años de edad que  eran enrolados  en el ejército por 25 años, en el marco del programa de la  rusificación del Zar). Le dijeron los dirigentes de la comunidad que siendo un  Rav oficial que recibe sueldo, tiene prohibido expresar su opinión al respecto.  Les contestó ese gran talmid jajam – discípulo y amigo del Gaón  (genio del estudio de la Torá) de Vilna: Entonces, en este preciso  momento yo dimito. Ya no soy su Rav oficial, no quiero recibir ningún sueldo, y  yo diré todo lo que quiero y debo decir.
Y así deben hacer nuestros Rabanim hoy en día. Y también es muy lógico y necesario. Porque la influencia del Rav no  depende de su título oficial. Él no impone su opinión a nadie, sólo enseña  Torá e influye en las cabezas y los corazones de los que quieren  escucharlo. Entonces, su dimisión no quiere decir que dejará de hablar e  influir, sólo dejará de recibir un sueldo por ello. Si los Rabanim  estarán dispuestos a callar para recibir ese dinero no es “que aborrezcan el  lucro” (Shmot 18:21), y eso ya es un defecto esencial. Y de esa forma, por  supuesto, perderá toda la confianza del público, que verá que sus dirigentes  espirituales no dicen todo lo que piensan y “cuelan” sus palabras con el colador  de plata.
Y por ello, si acaso se cumplirá esa pesadilla en la que se  les prohíba a los Rabanim opinar en cuestiones del público, no tendrán  más remedio que dimitir, y encontrarán su sustento de otra forma, y podrán decir  lo que piensan con libertad.
Por supuesto, puede que haya un Rav que no hable de temas  públicos porque no entiende de eso - y por supuesto que tiene razón, ya que no  entiende. Es una pena que no entienda, porque es parte de su obligación. Y  también puede ser que algún Rav hable de esos temas y se equivoque. En efecto,  en todo tema se debe estudiar mucho, pero eso no lo exime de su obligación de  aprender y entender. También puede ser que no se percate del límite entre la  política y la técnica política – y también eso es un  error.
Pero en general, por supuesto que tiene la obligación de  ocuparse de la política. No "a pesar que recibe un sueldo del estado", sino que  justamente el hecho que recibe un sueldo acrecienta su obligación de preocuparse  por el país.
Conocemos muy bien esa concepción según la cual la religión  no debe entrometerse en los asuntos del estado, y se exime de la responsabilidad  de corregir las injusticias. Respecto a ella fue dicho: "La religión... es un  alma del mundo sin corazón... la religión es el opio de los pueblos" (Karl  Marx). En su opinión, "la meta de la religión es adormecer la conciencia  política del pueblo, describirle un mundo imaginario más allá de la felicidad  que puede encontrarse aquí. Es decir, acostumbrar a la persona a un mundo sin  alma".
Pero nosotros no pensamos así. Cuando le preguntaron a  nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk si es correcto que los Rabanim se  entrometan en la política, él contesto: "Es muy correcto! Según la Torá,  ellos tienen la obligación de hacerlo. De lo contrario, son unos traidores. Está  escrito en la Torá 'no se amedrenten' (Dvarim 1:17)" (prólogo a BeMaaraja  HaTziburit).
Y en otra ocasión, cuando le dijeron delante que por lo que dijo comenzó  toda una discusión en el público, y los Rabanim no deben ocuparse de la  política contestó: "No le pido permiso a nadie. Lo que es justo y auténtico  tengo la obligación de hacerlo saber y publicar, según la Torá. La  política de Clal Israel (la totalidad genérica del Pueblo de Israel) es  Torá, y es kdoshá (santa)".


 
 
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