שאל למה מתענין ביום
שישי שבו נתלה לפי
דבריכם שתלייתו ובסורין שלו
אתם נצלתם מנהינם היה לכם
לעשות באותו היום חג ומשתה
ושמחה:
Pregunta: ¿Por qué ayunáis el día viernes en el que fue colgado [crucificado], según vuestras palabras? Si por su colgamiento [crucifixión] y por sus sufrimientos vosotros fuisteis salvados del Guehinom [infierno], debería ser para vosotros hacer de ese día una fiesta, banquete y alegría.
La quinta pregunta del polemista despliega una ironía soteriológica tan devastadora en su simplicidad que ninguna respuesta cristiana puede escapar de su lógica implacable. El polemista pregunta con una inocencia que apenas disimula el filo mortal de su razonamiento: "שאל למה מתענין ביום שישי שבו נתלה לפי דבריכם שתלייתו ובסורין שלו אתם נצלתם מנהינם היה לכם לעשות באותו היום חג ומשתה ושמחה" — ‘¿Por qué ayunáis el día viernes en el que fue colgado, según vuestras palabras? Si por su colgamiento y por sus sufrimientos vosotros fuisteis salvados del Guehinom, debería ser para vosotros hacer de ese día una fiesta, banquete y alegría’.
La brillantez de este argumento radica en que no ataca la historicidad de la crucifixión ni debate si hubo salvación real. En cambio, acepta temporalmente, "arguendo", la premisa cristiana central — que la crucifixión salvó a la humanidad del infierno — y luego demuestra que la práctica litúrgica cristiana observable contradice flagrantemente esta creencia proclamada. El polemista usa la frase crucial "לפי דבריכם" (lefi divreijém), ‘según vuestras palabras’, estableciendo que no está imponiendo una interpretación externa sino señalando una incoherencia interna usando la propia teología cristiana como vara de medición.
Observemos la precisión del lenguaje hebreo. El polemista usa "תלייתו" (teliyato), ‘su colgamiento’, en lugar de cualquier término que pudiera glorificar el evento. No dice "su sacrificio" ni "su ofrenda" sino "su colgamiento", manteniendo el estigma bíblico de Devarim 21:23: "כי קללת אלהים תלוי" (ki kilat Elokim talui), ‘porque maldito por Dios es el colgado’. El término "ביסורין" (bisurin), sus sufrimientos, reconoce que los cristianos atribuyen valor salvífico al dolor físico de la crucifixión, pero precisamente por eso la pregunta se vuelve más aguda: si esos sufrimientos os salvaron del "גהינם" (Guehinom), término específicamente judío para el infierno que el polemista usa deliberadamente para exponer la doctrina cristiana en vocabulario que su audiencia judía comprende visceralmente, entonces ¿por qué respondéis con lamento en lugar de celebración?
La conclusión que el polemista propone es devastadora en su obviedad: "היה לכם לעשות באותו היום חג ומשתה ושמחה" (hayá lajém la'asot ba'oto hayom jag umishté vesimjá) — ‘debería ser para vosotros hacer de ese día fiesta, banquete y alegría’. Esta fórmula, "חג ומשתה ושמחה" (jag umishté vesimjá), no es invención del polemista sino que evoca directamente el lenguaje bíblico de Ester 9:22, donde se ordena celebrar Purim, la salvación del pueblo judío de la aniquilación planificada por Hamán, precisamente con "משתה ושמחה" (mishté vesimjá), ‘banquete y alegría’. El polemista está invocando el precedente bíblico establecido para cómo se celebran salvaciones divinas: con alegría festiva, no con ayuno y lamento.
La práctica cristiana medieval del Viernes Santo era observable y verificable para cualquier judío que viviera en proximidad a comunidades cristianas. En ese día, los cristianos ayunaban rigurosamente, realizaban procesiones penitenciales, veneraban la cruz con rituales solemnes y tristes, celebraban la Liturgia de las Tinieblas donde las velas se apagaban progresivamente simbolizando la muerte de Cristo, prohibían el tañido de campanas, evitaban música alegre, y no celebraban la eucaristía completa. El luto era público, ostentoso, innegable. Para un observador judío, la contradicción entre doctrina y práctica era gritante: proclaman que fueron salvados pero actúan como si hubieran sufrido una tragedia.
El contraste con la celebración judía de salvación histórica hace la contradicción cristiana aún más obvia. Cuando los judíos conmemoran la liberación de Egipto en Pesaj, no ayunan sino que tienen un mandamiento explícito de celebrar con banquete ritual, el Seder, beber cuatro copas de vino, comer matzá, recitar la Hagadá con alegría. Cuando celebran Purim, la salvación de la aniquilación persa, el libro de Ester ordena específicamente "משתה ושמחה" (mishté vesimjá), banquete y alegría, no ayuno y lamento. Cuando conmemoran Janucá, la victoria macabea sobre los seléucidas y la rededicación del Templo, encienden luces progresivamente brillantes cada noche, simbolizando alegría creciente, no oscuridad creciente. El patrón bíblico y post-bíblico judío es consistente e inequívoco: salvación divina se celebra con gozo, no se lamenta con ayuno.
El polemista no necesita argumentar que este patrón es correcto o que los cristianos deberían seguirlo. Simplemente señala que los cristianos mismos afirman que la crucifixión fue su salvación, análoga (o superior, según ellos) a estas salvaciones judías, pero luego responden litúrgicamente de manera opuesta a cómo el propio Tanaj ordena responder a salvación divina. La inconsistencia no es con estándares judíos externos sino con la lógica interna de la propia soteriología cristiana combinada con precedentes bíblicos que los cristianos también aceptan como escritura sagrada.
La construcción gramatical "היה לכם לעשות" (hayá lajém la'asot), debería ser para vosotros hacer, no es sugerencia gentil sino señalamiento de obligación lógica. Es un condicional moral fuerte que indica: dada vuestra premisa (salvación por crucifixión), la conclusión necesaria (celebración) es lógicamente ineludible. No es "podríais considerar celebrar" sino "estáis obligados por coherencia a celebrar". El polemista está demostrando que incluso si aceptamos completamente la teología cristiana de redención vicaria, la práctica litúrgica del Viernes Santo sigue siendo inexplicablemente contradictoria.
Los cristianos han intentado escapar de esta trampa argumentando que el Viernes Santo es día de luto pero la Pascua de Resurrección es día de alegría, que lamentan el pecado que causó la necesidad de crucifixión mientras celebran la salvación resultante, que hay misericordia apropiada ante el sufrimiento de Cristo aunque trajo redención, que muerte y resurrección son inseparables en el misterio pascual. Pero el polemista ha anticipado estas evasivas y las demolido preventivamente. Si la crucifixión fue el medio necesario de salvación, si los sufrimientos mismos fueron lo que os salvó del Guehinom como proclamáis, entonces lamentarlos es lamentar vuestra propia salvación. Separar artificialmente viernes de domingo no resuelve la contradicción: si el viernes fue cuando ocurrió el acto salvífico, entonces el viernes debería ser el día de máxima celebración, no de máximo luto.
La ironía se profundiza cuando consideramos el contexto histórico de antisemitismo asociado con Semana Santa. Los cristianos medievales frecuentemente culpaban a los judíos por la crucifixión, predicaban sermones incendiarios el Viernes Santo acusando a los judíos de deicidio, y a veces perpetraban pogromos durante esta época. Pero el polemista invierte sutilmente esta acusación con lógica devastadora: si nosotros los judíos matamos a vuestro Cristo, y eso os salvó del infierno según vuestra doctrina, entonces ¿por qué os quejáis? Si acaso, deberíais agradecernos por facilitar vuestra salvación. La acusación cristiana de culpa judía se desmorona cuando se combina con la doctrina cristiana de salvación por crucifixión: no podéis simultáneamente culparnos por causar vuestra salvación y lamentar que la causáramos.
El polemista también habría conocido el texto del Evangelio Hebreo de Mateo donde Yeshú, en el capítulo 26 durante la última cena, dice sobre su muerte inminente: "זה שהוא גופי... זהוא דמי של ברית החדשה אשר ישפך בעבור רבים לכפור החטאים" (zeh shehu gufi... zehu dami shel brit hajadashá asher yishafej ba'avur rabim lejaper hajata'im) — ‘este es mi cuerpo... esta es mi sangre de la nueva alianza que será derramada por muchos para expiar los pecados’. Si Yeshú mismo presenta su muerte como expiatoria, como el medio de salvación, entonces su muerte debería ser celebrada como el momento culminante de la historia de redención. Sin embargo, los cristianos ayunan. La contradicción no podría ser más clara.
Esta quinta pregunta funciona en perfecta sinergia con la primera que el polemista planteó sobre la paradoja soteriológica donde la supuesta salvación causó el pecado supremo del deicidio. Juntas, estas preguntas crean una tenaza lógica: la primera muestra que la contabilidad moral de la salvación no cuadra (salvar a muchos pero condenar al traidor de manera tan absoluta que hubiera sido mejor que nunca naciera), la quinta muestra que incluso si aceptamos que la salvación fue real, la respuesta litúrgica cristiana contradice la creencia proclamada. No importa desde qué ángulo se examine la soteriología cristiana, colapsa bajo su propio peso.
La pregunta es brillante precisamente porque no requiere entrar en debates teológicos complejos sobre cómo funciona la expiación sustitutiva, sobre las dos naturalezas de Cristo, sobre la relación entre justicia y misericordia divinas. Simplemente señala una inconsistencia práctica observable que cualquier persona con capacidad de razonamiento básico puede ver: si X te salvó, celebras X; los cristianos dicen que la crucifixión los salvó; los cristianos lamentan la crucifixión; por lo tanto, los cristianos son incoherentes. Silogismo simple, premisas verificables, conclusión ineludible. Es lógica talmúdica en su expresión más pura y devastadora aplicada a práctica litúrgica cristiana, exponiendo que los cristianos no creen realmente lo que proclaman creer, o si lo creen, actúan irracionalmente en contradicción directa con sus propias convicciones declaradas.
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