10/19/2025

Pregunta 17: El alma triste de dios: Cuando lo inmortal teme a la muerte (Mateo 26:38, Getsemaní)

BS"D



שאל למה היתה עציבת

נפשו על המות אם

תאמר שהוא מדבר על הבשר

שהוא מפחיר והלא הוא אומר

עציבת נפשי ולא עציבת בשרי

וגם כל העולם יודעים שהבשר

אינו מדבר ואינו יודע כלום

אלא היא כאבן כי אם מכח

הרוח:

Pregunta: ¿Por qué hubo tristeza de su alma sobre la muerte? Si dirás que habla sobre la carne que siente miedo, ¿acaso no dice él "tristeza de mi alma" (עציבת נפשי) y no "tristeza de mi carne" (עציבת בשרי)? Y también todo el mundo sabe que la carne no habla ni sabe nada, sino que es como una piedra, excepto por la fuerza del espíritu.

La decimoséptima pregunta del polemista construye un ataque filosófico y psicológico devastador contra la cristología mediante el análisis de la angustia de Yeshú en Getsemaní, exponiendo una incompatibilidad fundamental entre la impasibilidad divina y el terror psíquico que el evangelio registra. 

El polemista habría leído en el evangelio hebreo de Mateo, daf 66s, perek 26:38, las palabras exactas que Yeshú pronunció en el jardín: "עציבת נפשי עד מות פה תמתינו לי ושקדו עמי" (atzivat nafshi ad mavet po temtinu li veshiqdu imi) — ‘Tristeza de mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo’. Y en el versículo 39: "ויעבר מעט ויפול על פניו ויתפלל לאמר אבי אם אפשר שיעבור הכוס הזה ממני עשה אבל לא יהי כרצוני אלא כרצונך עשה" (vaya'avor me'at vayipol al panav vayitpalel lemor avi im efshar sheya'avor hakos hazé mimeni asé aval lo yehi kirtoni elá kirtzoneija asé) — ‘Y pasando un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú’.

La frase clave que el polemista explota es "עציבת נפשי" (atzivat nafshi), tristeza de mi alma. El término "עצב" (etzev) denota tristeza profunda, dolor, aflicción que penetra el ser interior. Pero es el uso de "נפשי" (nafshi), mi alma, con el sufijo posesivo de primera persona, lo que crea el dilema teológico inescapable. El polemista construye su argumento anticipando la objeción cristiana obvia: dirán que la angustia era de su naturaleza humana, de su "בשר" (basar), carne o cuerpo físico, mientras su naturaleza divina permanecía impasible. Esta es precisamente la estrategia que los teólogos cristianos desarrollaron para reconciliar la angustia de Getsemaní con la impasibilidad divina: atribuir el sufrimiento psicológico a la naturaleza humana sola.

Pero el polemista cierra esta vía de escape con precisión filológica devastadora: "והלא הוא אומר עציבת נפשי ולא עציבת בשרי" (vahalo hu omer atzivat nafshi velo atzivat besari) — ¿acaso no dice él "tristeza de mi alma" y no "tristeza de mi carne"? La distinción lingüística es letal. Si Yeshú hubiera dicho "עציבת בשרי" (atzivat besari), ‘tristeza de mi carne’, los cristianos podrían argumentar que solo su naturaleza física-humana sufría mientras su alma-divinidad permanecía serena. Pero dice explícitamente "נפשי" (nafshi), mi alma, identificando la sede de la angustia precisamente en aquello que debería ser el principio espiritual, racional, divino de su ser.

El polemista entonces despliega un principio de antropología filosófica que era universalmente aceptado en el pensamiento medieval tanto judío como cristiano, basado en filosofía aristotélica: "כל העולם יודעים שהבשר אינו מדבר ואינו יודע כלום אלא היא כאבן כי אם מכח הרוח"‘todo el mundo sabe que la carne no habla ni sabe nada, sino que es como una piedra, excepto por la fuerza del espíritu’. Esta es filosofía hilemórfica aristotélica adaptada al vocabulario bíblico. El cuerpo, "בשר" (basar), es materia pasiva, "כאבן" (ke'even), como piedra, sin conciencia propia, sin capacidad de sentir, pensar o experimentar emoción independientemente. Solo funciona "מכח הרוח" (mikoaj haruaj), por la fuerza del espíritu o alma, que es el principio activo, la forma que anima la materia.

Por lo tanto, cuando Yeshú dice "עציבת נפשי" (atzivat nafshi), tristeza de mi alma, no puede estar refiriéndose a mera angustia física o corporal porque el cuerpo no tiene capacidad de experimentar tristeza por sí mismo. La tristeza, el miedo, la angustia psíquica residen en "נפש" (nefesh), el alma, el principio espiritual que es sede de conciencia, voluntad, emoción racional. Si el alma de Yeshú experimentó tristeza hasta la muerte, entonces su principio espiritual, aquello que supuestamente era divino o al menos unido hipostáticamente con lo divino, fue afectado por pasión perturbadora.

Esto crea un dilema cristológico del que no hay escape sin admitir herejía. Si los cristianos argumentan que la angustia era solo de la naturaleza humana, deben explicar por qué Yeshú la atribuyó específicamente a su "נפש" (nefesh), alma, que en la antropología bíblica y filosófica medieval es el principio espiritual unificador del ser humano, no divisible entre parte humana angustiada y parte divina serena sin caer en nestorianismo, aquella herejía cristiana que divide a Yeshú en dos personas separadas. Si admiten que el alma de Yeshú realmente experimentó angustia, entonces deben explicar cómo puede el alma divina, que debería ser impasible según toda la teología patrística desde Atanasio hasta Agustín hasta Tomás de Aquino, experimentar perturbación emocional tan severa que produjo sudor como sangre según Lucas.

La doctrina de la impasibilidad divina, "ἀπαθής" (apathés) en griego, era piedra angular de la teología cristiana ortodoxa. Dios no sufre cambios emocionales, no es afectado por circunstancias externas, no experimenta perturbaciones pasionales. Esto no es meramente atributo secundario sino consecuencia necesaria de la inmutabilidad divina. Si Dios pudiera ser perturbado emocionalmente por eventos externos, sería mutable, dependiente, limitado, todas características incompatibles con ser divino. Pero el evangelio hebreo registra que el alma de Yeshú experimentó "עציבת" (atzivat), tristeza o aflicción tan profunda que llegaba "עד מות" (ad mavet), hasta la muerte, una intensidad extrema de perturbación psíquica.

Más devastador aún es la comparación implícita con mártires humanos que enfrentaron muertes similares o peores con mucha mayor serenidad. Los siete hermanos macabeos y su madre en Segundo Macabeos siete enfrentaron tortura y muerte sin pedir liberación, proclamando fe hasta el final. Esteban en Hechos siete murió apedreado orando por sus verdugos sin mostrar angustia extrema. Ignacio de Antioquía anhelaba el martirio, escribiendo que era "trigo de Dios para ser molido por dientes de bestias". Policarpo enfrentó las llamas con serenidad tranquila. Si estos humanos ordinarios con almas meramente humanas pudieron enfrentar muerte violenta sin terror psíquico extremo, ¿cómo puede Dios encarnado con alma supuestamente divina experimentar angustia tan severa que ruega "שיעבור הכוס הזה ממני" (sheya'avor hakos hazé mimeni), ¡que pase de mí esta copa?¡

La oración misma revela conflicto de voluntades que es problemático para doctrina cristiana de unión hipostática. Yeshú dice "לא יהי כרצוני אלא כרצונך" (lo yehi kirtoni elá kirtzoneja), ‘no sea como yo quiero sino como tú’. Esto implica dos voluntades distintas, una queriendo evitar la muerte, otra requiriéndola. El Tercer Concilio de Constantinopla en seiscientos ochenta y uno estableció que Yeshú tiene dos voluntades, divina y humana, trabajando en armonía sin conflicto. Pero Getsemaní muestra conflicto explícito: una voluntad desea escapar, la otra debe someterse. ¿Cómo puede Dios tener voluntad conflictiva consigo mismo? Si la voluntad que quiere evitar la copa es meramente humana, ¿por qué Yeshú dice "כרצוני" (kirtoni), como YO quiero, identificándose personalmente con esa voluntad en primera persona?

El argumento del polemista funciona como silogismo perfecto: Yeshú experimentó tristeza de alma ante la muerte según su propia confesión registrada en el evangelio hebreo. La tristeza de alma indica afectación del principio espiritual racional que es sede de conciencia y emoción. Dios como espíritu puro es impasible y no puede experimentar miedo ni perturbación emocional. Por lo tanto, el alma de Yeshú que experimentó tristeza extrema no era divina. Los cristianos intentarán argumentar división entre naturalezas, pero el polemista ha cerrado esta escapatoria mostrando que el alma es el principio unificador indivisible del ser, y Yeshú mismo localizó la angustia específicamente en su "נפשי" (nafshi), su alma personal, no en mera carne pasiva que "היא כאבן" (hi ke'even), es como piedra sin conciencia propia. La conclusión es ineludible: o el alma angustiada de Yeshú no era divina, revelando que era meramente humano exaltado, o las dos naturalezas estaban tan separadas que constituyen dos personas distintas, lo cual es nestorianismo herético. No hay tercera opción que preserve simultáneamente la impasibilidad divina, la unión hipostática ortodoxa, y la realidad textual de "עציבת נפשי עד מות" (atzivat nafshi ad mavet), ‘tristeza de mi alma hasta la muerte’.


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