5/13/2012

El estatuto de los no musulmanes (dimma) en los países del Islam es muy intolerante.


La dimma (protección) es un acuerdo de derecho privado celebrado entre el estado musulmán y los líderes de las comunidades no musulmanas que poseen Escrituras. Este acuerdo establece los derechos y responsabilidades de las minorías religiosas toleradas, a quienes se les conoce como "gentes de la Escritura", que generalmente incluyen a judíos y cristianos. La participación plena en la sociedad islámica está reservada para los musulmanes, mientras que el resto de las comunidades no musulmanas tienen una posición subordinada. Estos principios están condicionados al pago del impuesto jizyá y a la prohibición de portar armas, llevar a cabo proselitismo e incluso, en algunos momentos históricos, usar vestimenta distintiva. En la práctica, con frecuencia, las ventajas teóricas de la dimma eran anuladas.


Muwardi, autor de un famoso tratado jurídico que detalla extensamente la dimma, explica uno de los diez deberes del califa de la siguiente manera: 

"[Es responsabilidad del califa] liderar la yihad contra aquellos que rechazan el islam después de haber recibido la invitación (dawa), hasta que se conviertan o acepten someterse a un estatuto de protección (la dimma), con el propósito de otorgar a Alá lo que le corresponde, evidenciando así la supremacía del islam".

Este estatuto claramente establece las siguientes obligaciones para las personas no-musulmanas:

  • El pago de un impuesto especial conocido como la jizyá.

  • La prohibición de casarse con una mujer musulmana.

  • La prohibición de educar a los hijos de un musulmán y una mujer no musulmana en una religión que no sea el islam (esta restricción plantea desafíos en matrimonios mixtos en la actualidad, ya que a menudo, el padre, aún fuera de un país islámico, puede retirar a los hijos por la fuerza de la madre y enviarlos a un país islámico para ser educados en la fe musulmana).

  • La prohibición de heredar de un musulmán.

  • La exclusión de ocupar cargos públicos; ser funcionario es un privilegio incompatible con el estatuto establecido para los no musulmanes. Existen excepciones, pero solo cuando se trata de servir a la comunidad musulmana; en ningún caso involucrarán una posición de liderazgo, ya que un musulmán no puede ser dirigido por un no musulmán.

  • La exclusión de recibir asistencia social musulmana, como la zakat (limosna); no se debe otorgar a un no musulmán necesitado.

  • La jizyá es un impuesto especial que deben pagar los judíos y cristianos.

  • Este impuesto permite a los no musulmanes no "paganos" beneficiarse de la dimma (protección) de la comunidad musulmana.

  • Su origen se encuentra respaldado por un texto sagrado: "Combatid contra quienes, habiendo recibido las Escrituras, no creen en Alá ni en el Último Día, ni prohíben lo que Alá y su profeta han prohibido, ni siguen la religión verdadera (islam), hasta que, humillados, paguen el tributo (jizyá) con sus propias manos" (sura 9:29).

  • Se trata de un impuesto individual, por persona.

  • La jizyá es la tarifa que pagan los no musulmanes para garantizar su derecho a existir, permanecer en tierras islámicas, mantener su fe y disfrutar de la seguridad pública.

  • También implica para los no musulmanes la exclusión del servicio militar, ya que son considerados sospechosos de mostrar simpatía hacia sus correligionarios en otros países del Dar el Harb (el territorio en guerra, es decir, la parte del mundo en conflicto con el islam). Además, implica castigos por su infidelidad, actos de humillación y presión para forzar conversiones.

  • Finalmente, para los musulmanes, que no pagan impuestos de este tipo, constituye una forma de beneficiarse del trabajo de los no musulmanes.


En resumen, considero que este apartado se explica por sí mismo y no requiere más comentarios, ya que su contenido es autoexplicativo.


La visión presentada en la explicación sobre el estatuto de los no-musulmanes (dimma) en los países del Islam ciertamente plantea cuestiones de intolerancia. 


Desde una perspectiva judía y basándonos en la literatura rabínica, hay varias ideas que podrían proporcionar una respuesta más inclusiva y humanitaria:


El concepto de Tzedaká (justicia y caridad): En la tradición judía, se enfatiza la importancia de la justicia y la caridad hacia todos, independientemente de su fe o afiliación religiosa. El Talmud y otras fuentes rabínicas subrayan que ayudar a los necesitados y tratar a los demás con compasión es una obligación moral fundamental.


La enseñanza de "Ama a tu prójimo como a ti mismo": Este principio, presente en la Torá, resalta la importancia de amar y respetar a todos los seres humanos como iguales. Los rabinos y maestros judíos a lo largo de la historia han enfatizado la necesidad de aplicar este mandamiento universalmente, independientemente de la religión o la cultura.


La hospitalidad y la acogida a los extranjeros: La tradición judía tiene un profundo respeto por la hospitalidad y la bienvenida a los extranjeros. Se basa en la experiencia del pueblo judío como extranjero en Egipto y en el mandato de la Torá de tratar a los extranjeros con compasión.


La enseñanza de Hilel el Sabio: Hilel, un destacado rabino del período del Segundo Templo, enseñó: “Lo que a ti te es odioso, no lo hagas a otro; esa es toda la Toráh, y el resto es su interpretación. Ve a estudiar(Talmud Bavlí Shabat 31a: גַּיְירֵיהּ. אָמַר לוֹ: דַּעֲלָךְ סְנֵי לְחַבְרָךְ לָא תַּעֲבֵיד — זוֹ הִיא כׇּל הַתּוֹרָה כּוּלָּהּ, וְאִידַּךְ פֵּירוּשָׁהּ הוּא, זִיל גְּמוֹר /  أسلمه. قال له: ما تكره أن يُفعل بك فلا تفعله بغيرك، هذا هو جوهر التوراة كلها، والباقي تفسير لذلك، اذهب وتعلّم.). Esta enseñanza resalta la importancia de tratar a los demás con empatía y respeto, independientemente de su afiliación religiosa.


La promoción de la paz y la reconciliación: La literatura rabínica a menudo aboga por la paz y la reconciliación entre diferentes comunidades. Los rabinos han alentado el diálogo y la cooperación interreligiosa como medios para promover la armonía y la comprensión mutua.


Desde una perspectiva judía, estas enseñanzas y valores pueden proporcionar una respuesta que aboga por la tolerancia, la igualdad y el respeto hacia todas las personas, independientemente de su religión. Esta respuesta se basa en la idea de que la humanidad comparte una responsabilidad común de promover la justicia, la caridad y el amor por el prójimo, valores que pueden ayudar a construir sociedades más inclusivas y compasivas.


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