שאל למה נרעב ישו אם
האמר למען הבשר
והלא ראינו במשה עליו השלום
שהיה גם הוא בשר ודם וצם
ארבעים יום וארבעים לילה
כשקרב עצמו אל השכינה ולא
נרעב ווה שהיה הוא עצמו אלוה
למה נרעב בשרו:
Pregunta: ¿Por qué tuvo hambre Yeshú, si dicen que [lo hacía] por causa de la carne [naturaleza humana]? ¿Acaso no vimos en Mosheh, la paz sea con él, que él también era carne y sangre, y ayunó cuarenta días y cuarenta noches cuando se acercó a la Shejiná (Presencia Divina), y no tuvo hambre? Y si él [Yeshú] mismo era Dios, ¿por qué tuvo hambre su carne?
La decimocuarta pregunta del polemista construye una comparación tipológica invertida devastadora que expone la ineficacia paradójica de la encarnación: la presencia externa de Dios sostuvo a un profeta humano más efectivamente que la supuesta presencia interna divina sostuvo a Dios encarnado.
El polemista habría leído en el evangelio hebreo de Mateo, daf 5-6, perek 4, el relato de la tentación: "וכאשר צם ארבעים יום וארבעים לילה אחרי כן נרעב ויבא המנסה ויאמר לו אם בן אלהים אתה אמור שהאבנים אלה יעשו לחם" ‘Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino el tentador y le dijo: Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan’. El verbo clave es "נרעב" (nir'av), tuvo hambre, de la raíz "רעב" (ra'ev), experimentar hambre. No es estado fisiológico objetivo descrito externamente sino experiencia subjetiva de necesidad padecida internamente.
El polemista anticipa y desarma la respuesta cristológica obvia mediante la frase "אם האמר למען הבשר" (im ha'amar lema'an habasar), ‘si dicen que por causa de la carne’. Los cristianos argumentarán que Yeshú experimentó hambre debido a su naturaleza humana completa, que la encarnación requería asumir todas las limitaciones de la humanidad incluyendo necesidades físicas. Pero el polemista ha construido una comparación paralela precisa que destruye esta evasiva. Cita el precedente de Moshé Rabeinu en Shemot 34:28 y Devarim 9:9 y 18: Moshé ayunó exactamente el mismo período, "ארבעים יום וארבעים לילה" (arba'im yom ve'arba'im laylá), ‘cuarenta días y cuarenta noches’, sin comer pan ni beber agua.
La comparación es devastadora precisamente por su simetría perfecta. Ambos ayunaron idéntico período. Ambos estaban preparándose: Moshé en el Sinaí recibiendo la Torah, Yeshú preparándose para su ministerio después del bautismo. Pero la diferencia es fatal para la cristología: el texto de la Torah no menciona que Moshé experimentara hambre. Simplemente dice "לֶחֶם לֹא אָכַל וּמַיִם לֹא שָׁתָה" (léjem lo ajal umáyim lo shatá), ‘pan no comió y agua no bebió’, describiendo el hecho objetivo del ayuno sin atribuir padecimiento subjetivo. En contraste, el evangelio dice explícitamente de Yeshú: "נרעב" (nir'av), ‘tuvo hambre’, marcando experiencia interna de necesidad.
El polemista subraya que Moshé era "בשר ודם" (basar vadam), carne y sangre, la expresión idiomática hebrea para mortalidad humana vulnerable. No era ángel, no era ser sobrenatural, era "גם הוא" (gam hu), él también, tan humano como cualquier otro. Y sin embargo, "כשקרב עצמו אל השכינה" (kesheqarav atzmo el haShejiná), ‘cuando se acercó a la Shejiná, la Presencia Divina inmanente’, el resultado fue "ולא נרעב" (velo nir'av), ‘y no tuvo hambre’. El término "השכינה" (haShejiná), literalmente "la Morada", es vocabulario rabínico post-bíblico para la presencia perceptible de Dios en el mundo, Su inmanencia accesible en contraste con Su trascendencia absoluta. El polemista está diciendo que la mera proximidad externa a la Shejiná sostuvo sobrenaturalmente a Moshé, eliminando experiencia de hambre a pesar de su humanidad completa.
Ahora viene el dilema cristológico inescapable. Si Yeshú era Dios encarnado, entonces la Shejiná no estaba meramente cerca de él externamente sino unida a él internamente mediante la unión hipostática que los cristianos proclaman. La presencia divina en Yeshú debería ser infinitamente más íntima, más completa, más efectiva que la presencia divina cerca de Moshé en el Sinaí. Pero el resultado observable contradice esta expectativa lógica: Moshé con presencia divina externa no tuvo hambre; Yeshú con supuesta presencia divina interna sí tuvo hambre. El polemista formula esto como pregunta retórica devastadora: "ווה שהיה הוא עצמו אלוה למה נרעב בשרו" (vehu shehayá hu atzmo Eloka lamá nir'av besaro) — ‘y si él mismo era Dios, ¿por qué tuvo hambre su carne?’
El término "בשרו" (besaro), ‘su carne’, con sufijo posesivo, identifica la carne como perteneciente específicamente a Yeshú supuestamente divino. Si esa carne estaba unida hipostáticamente a divinidad completa sin mezcla ni confusión según la fórmula calcedoniana, entonces la divinidad presente debería haber sostenido la humanidad al menos tan efectivamente como la Shejiná externa sostuvo a Moshé. Pero no lo hizo. La pregunta "למה" (lamáh), ¿por qué?, demanda explicación de esta anomalía inexplicable.
El argumento funciona como kal vajómer implícito invertido. La lógica normal a fortiori diría: si presencia divina externa sostiene a humano puro, entonces presencia divina interna debería sostener más efectivamente a Dios encarnado. Pero la observación empírica del texto evangélico refuta esta inferencia lógica. Moshé, humano cien por ciento sin mezcla de divinidad, experimentó ayuno sin hambre mencionada. Yeshú, supuestamente Dios cien por ciento más humano cien por ciento en unión perfecta, experimentó hambre explícita después del mismo período. La tipología cristiana normal donde Yeshú supera las figuras del Tanaj se invierte: en resistencia al hambre durante ayuno prolongado, Moshé demostró superioridad sobre Yeshú.
Los cristianos responderán que Yeshú experimentó plenamente todas las limitaciones humanas como parte de la kenosis, el vaciamiento voluntario de Filipenses 2. Pero esta respuesta admite que su humanidad limitó su experiencia de manera que su divinidad no compensó, lo cual socava la efectividad de la unión hipostática. Si la divinidad presente en Yeshú no pudo o no quiso sostener su humanidad contra el hambre cuando la Shejiná externa sostuvo a Moshé, entonces ¿qué ventaja práctica tiene la encarnación sobre la mera presencia divina que los profetas ya experimentaban?
Los cristianos argumentarán que el hambre era necesaria para que la tentación fuera genuina. Pero esto crea problema teológico más profundo: Dios no puede ser tentado según Santiago 1:13: ο γαρ θϲ απειραϲτοϲ εϲτιν κακων πειραζει δε αυτοϲ ουδενα. Si el hambre real de Yeshú lo hacía genuinamente tentable, entonces su humanidad afectaba su divinidad de manera que viola impasibilidad divina. Más problemático, Moshé no necesitó experimentar hambre para demostrar fidelidad en el ayuno. Su sostenimiento sobrenatural por proximidad a la Shejiná no comprometió su mérito espiritual ni la validez de su ayuno.
Los cristianos dirán que Moshé también tuvo hambre pero el texto no lo menciona. Esta es especulación sin base textual. El Evangelio Hebreo de Mateo menciona explícitamente "נרעב" (nir'av) sobre Yeshú. La Torah guarda silencio sobre hambre de Moshé. En narrativa bíblica, cuando experiencias internas son significativas, se mencionan. El silencio sugiere ausencia, no omisión. Más aún, si Moshé hubiera padecido hambre durante cuarenta días en el Sinaí, esto habría sido detalle dramático digno de mención, especialmente dado que el ayuno sin hambre sería milagro observable que glorificaría a Dios.
El dilema que el polemista construye es inescapable. Si el hambre de Yeshú fue real y afectó su experiencia subjetiva, entonces su humanidad limitó su consciencia de manera que su divinidad no previno, sugiriendo separación más que unión de las naturalezas. Si el hambre fue fingida o aparente, entonces estamos ante docetismo, la herejía que niega realidad plena de la encarnación. Si Yeshú eligió voluntariamente experimentar hambre cuando podía haberla evitado mediante su divinidad, entonces Dios cambió, experimentó pasión, tuvo necesidad, todo lo cual contradice inmutabilidad e impasibilidad divinas. Y en cualquier caso, la pregunta permanece sin respuesta satisfactoria: ¿por qué Moshé, sin elegir, sin divinidad interna, simplemente por proximidad externa a la Shejiná, no experimentó hambre mencionada?
El polemista ha expuesto una ineficacia paradójica en el corazón de la encarnación cristiana: la presencia divina externa que los profetas del Tanaj experimentaban era más efectiva en sostener humanidad contra necesidades físicas que la supuesta presencia divina interna de la unión hipostática. Si Dios encarnado es inferior a profeta humano asistido por Dios en resistencia al hambre durante ayuno idéntico, entonces la encarnación no logra lo que la mera presencia de la Shejiná ya lograba. La pregunta final resuena sin respuesta: "למה נרעב בשרו" (lamáh nir'av besaro), ¿por qué tuvo hambre su carne?, exponiendo que la doctrina de dos naturalezas en unión perfecta no explica por qué la humanidad de Yeshú parece más vulnerable a limitaciones físicas que la humanidad de Moshé sostenida por cercanía divina externa, demostrando que tipológicamente, en este aspecto crucial, el supuesto cumplimiento es inferior al tipo, el Nuevo Pacto menos efectivo que el “Antiguo”, dios encarnado más necesitado que profeta humano.
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