El Midrash Kohelet Raba 1:8 presenta una de las narrativas más reveladoras y complejas sobre las tensiones entre el judaísmo rabínico y las comunidades judeo-cristianas primitivas, específicamente en la sección que relata el encuentro de Rabí Yonatan con los minim, los judeo-cristianos. Este pasaje, que forma parte de una serie de relatos sobre rabinos que tuvieron contacto directo o indirecto con los primitivos herejes judeo-cristianos, ofrece una ventana única hacia las percepciones rabínicas sobre las prácticas cristianas primitivas y las estrategias de seducción que empleaban los judeo-cristianos para atraer a estudiosos judíos hacia sus filas. La historia de Rabí Yonatan, quien inicialmente buscaba rescatar a un estudiante que había desertado hacia la herejía, se transforma en un relato paradigmático sobre la naturaleza engañosa y sexualmente pervertida que los rabinos atribuían a las comunidades cristianas. El episodio del “gemol jisdá” (actos de bondad amorosa) constituye el núcleo narrativo de esta historia, donde los minim utilizan terminología religiosa judía respetable para disfrazar lo que los comentaristas rabínicos interpretan como prácticas sexuales grupales ritualizadas. A través de un análisis detallado de este pasaje, junto con las explicaciones proporcionadas por los grandes comentaristas medievales como el Jidushei HaRadal, Etz Yosef, Matnot Kehunah, Perush Maharzu, Yedei Moshe y Yefeh To'ar, podemos desentrañar las múltiples capas de significado teológico, social y polémico que subyacen en esta narrativa rabínica, revelando no solo las ansiedades específicas del judaísmo tardío sobre la expansión cristiana, sino también las sofisticadas estrategias hermenéuticas empleadas por los sabios para construir una crítica integral del cristianismo que abarcaba desde la perversión textual hasta la corrupción moral, presentando a los judeo-cristianos como seductores que combinaban poder sobrenatural, manipulación escritural y libertinaje sexual en un paquete aparentemente piadoso pero fundamentalmente destructivo para la integridad espiritual judía.
El Texto Primario y su Contexto Histórico
La Narrativa Rabínica Completa
Traducción del texto arameo:
מַעֲשֶׂה בְּאִשָּׁה אַחַת שֶׁבָּאת אֵצֶל רַבִּי אֱלִיעֶזֶר לְהִתְגַּיֵּר, אָמְרָה לוֹ רַבִּי קָרְבֵנִי, אָמַר לָהּ פָּרְטִי אֶת מַעֲשַׂיִךְ, אָמְרָה בְּנִי הַקָּטָן מִבְּנִי הַגָּדוֹל, נָזַף בָּהּ. הָלְכָה אֵצֶל רַבִּי יְהוֹשֻׁעַ, וְקִבְּלָהּ. אָמְרוּ לוֹ תַּלְמִידָיו רַבִּי אֱלִיעֶזֶר מְרַחֵק וְאַתָּה מְקָרֵב, אָמַר לָהֶם כֵּיוָן שֶׁנָּתְנָה דַעְתָּהּ לְהִתְגַּיֵּר אֵינָהּ חַיָּה לְעוֹלָם, דִּכְתִיב (משלי ב, יט): כָּל בָּאֶיהָ לֹא יְשׁוּבוּן, וְאִם שָׁבוּ לֹא יַשִֹּׂיגוּ אָרְחוֹת חַיִּים. חֲנִינָא בֶּן אֲחִי רַבִּי יְהוֹשֻׁעַ אֲזַל לַהֲדָה כְּפַר נַחוּם, וַעֲבָדוּן לֵיהּ מִינָאֵי מִלָּה וְעָלוּן יָתֵיב רָכֵיב חֲמָרָא בְּשַׁבַּתָּא, אֲזַל לְגַבֵּיהּ יְהוֹשֻׁעַ חֲבִיבֵיהּ וִיהַב עֲלוֹי מְשַׁח וְאִיתַּסֵי. אֲמַר לֵיהּ כֵּיוָן דְּאִיתְעַר בָּךְ חַמְרָא דְּהַהוּא רַשִּׁיעָא לֵית אַתְּ יָכֵיל שְׁרֵי בְּאַרְעָא דְיִשְׂרָאֵל, נְחַת לֵיהּ מִן תַּמָּן לְבָבֶל וּדְמַךְ תַּמָּן בִּשְׁלָמֵיהּ. רַבִּי יוֹנָתָן עָרַק חַד מִן תַּלְמִידוֹי לְגַבֵּיהוֹן, אֲזַל וְאַשְׁכְּחֵיהּ עֲבַד בֶּן אִפֶּטוּנִיּוּת, שְׁלַחוּן מִינַיָּא בַּתְרֵיהּ כָּךְ אָמְרִין לֵיהּ, וְלָא כָךְ כְּתִיב (משלי א, יד): גּוֹרָלְךָ תַּפִּיל בְּתוֹכֵנוּ כִּיס אֶחָד יִהְיֶה לְכֻלָּנוּ, וַהֲוָה פָּרַח וְאִינוּן פָּרְחִין בַּתְרֵיהּ. אָמְרִין לֵיהּ רַבִּי אִיתָא גְּמוֹל חִסְדָּא לַהֲדָא כַּלְּתָא, הָלַךְ וּמְצָאָן עֲסוּקִים בְּרִיבָה אַחַת, אֲמַר לוֹן כֵּן אָרְחֵיהוֹן דִּיהוּדָאי עָבְדִין, אָמְרִין לֵיהּ וְלָא כֵן כְּתִיב בַּתּוֹרָה: גּוֹרָלְךָ תַּפִּיל בְּתוֹכֵנוּ כִּיס וגו', וַהֲוָה פָּרַח וְאִינוּן פָּרְחִין בַּתְרֵיהּ עַד דִּמְטָא לִתְרַע וּטְרַד בְּאַפֵּיהוֹן, אָמְרוּן רַבִּי יוֹנָתָן אֵזֵיל גְּלוֹג לְאִמָּךְ דְּלָא הֲפַכְתְּ וְלָא אִיסְתַּכַּלְתְּ בָּן, דְּאִלּוּ הֲפַכְתְּ וְאִיסְתַּכַּלְתְּ בָּן יוֹתֵר מִן מַה דַּהֲוֵינַן פָּרְחִין בַּתְרָךְ הֲוֵית פָּרִיחַ בַּתְרָן. רַבִּי יְהוּדָה בֶּן נְקוֹסָה הָיוּ הַמִּינִין מִתְעַסְּקִין עִמּוֹ, הָיוּ שׁוֹאֲלִים אוֹתוֹ וּמֵשִׁיב שׁוֹאֲלִין אוֹתוֹ וּמֵשִׁיב, אֲמַר לוֹן עַל מַגָּן אַתּוּן מְגִיבִין, אֱתוֹן נַעֲבֵיד בֵּינֵינַן דְּכָל בַּר נָשׁ דְּנָצַח חַבְרֵיהּ יְהֵא פָּצַע מוֹחֵיהּ דְּחַבְרֵיהּ בְּקוּרְנָס, וְהוּא נָצַח לוֹן וּפְצַע מוֹחֵיהוֹן עַד דְּאִיתְמַלְאוּן פִּיצְעִין פִּיצְעִין, וְכֵיוָן דַּאֲתָא אָמְרִין לֵיהּ תַּלְמִידוֹי רַבִּי סִיְּעוּךָ מִן הַשָּׁמַיִם וְנִצַּחְתָּ, אֲמַר לוֹן וְעַל מַגָּן, לְכוּ וְהִתְפַּלְּלוּ עַל אוֹתוֹ הָאִישׁ וְעַל אוֹתָהּ הַחֵמֶת שֶׁהָיְתָה מְלֵאָה אֲבָנִים טוֹבוֹת וּמַרְגָּלִיּוֹת, אֲבָל עַכְשָׁו מְלֵאָה פְּחָמִין.
Traducción: “Aconteció con una mujer que vino ante Rabí Eliezer para convertirse [Ella era una hereje y quería arrepentirse ver. Matnot Kehuna]. Le dijo: ‘Rabí, acércame [al judaísmo]’. Él le respondió: ‘Detalla tus acciones’. Ella contestó: ‘Mi hijo menor es [producto] de mi hijo mayor’. Él la reprendió severamente. Ella entonces acudió a Rabí Yehoshúa, quien la aceptó. Sus discípulos le dijeron: ‘Rabí Eliezer la rechaza y tú la aceptas’. Les respondió: ‘Una vez que ha decidido convertirse, ya no pertenece a su vida anterior, como está escrito (Proverbios 2:19): “Todos los que a ella van, no vuelven, y si vuelven, no alcanzan las sendas de la vida”. [La mujer había sido una hereje, y no podría evitar graves transgresiones por mucho tiempo. Sin embargo, como ella había decidido arrepentirse, no viviría lo suficiente para volver a sus caminos pecaminosos, y por lo tanto al Rabino Yehoshua no le preocupaba que ella indujera a otros a pecar ver. Midrash HaMevoar]
Janina, sobrino del Rabí Yehoshúa, fue a Kfar-Najum, y allí los minim [herejes judeo-cristianos] realizaron una acción mágica contra él, y lo llevaron a montar un asno en Shabat. [Rabí] Yehoshúa, su tío, fue a verlo y le aplicó aceite, y se curó. Le dijo: ‘Puesto que se ha despertado en ti el vino de aquel malvado, ya no puedes permanecer en la tierra de Israel’. Descendió de allí a Bavel (Babilonia) y allí falleció en paz.
El R’ Yonatan, uno de sus estudiantes se fugó con ellos [con los judeo-cristianos]. Fue y lo encontró completamente depravado. [El mismo se había convertido en un judeo-cristiano, y se había involucrado en el libertinaje sexual como lo habían hecho los otros herejes]. Enviaron herejes tras [Rabí Yonatan], y entonces le dijeron: ¿Pero no está escrito: “Echa tu suerte entre nosotros, tengamos todos una bolsa” (Proverbios 1:14))? [“Monedero” es un eufemismo para una prostituta.] Él [Rabino Yonatan] volaba y ellos volaban tras él. [Milagrosamente se alejó volando de ellos, y ellos volaron tras él para perseguirlo, usando magia negra. Apenas pudo escapar de ellos.] Le habían dicho: [Esto es lo que pasó antes de que escapara.] ‘Rabino, venga a participar en los hechos de bondad amorosa (gemol jisdá) para una novia. Él fue y los encontró ocupados [sexualmente] con una mujer joven. Él les dijo: ‘¿Es así como actúan los judíos?’ Ellos le dijeron: ‘¿Pero no está escrito en la Torá: “Echa tu suerte entre nosotros, [que todos tengamos una] bolsa”?’ Volaba y ellos volaban tras él, hasta que llegaron a su puerta y les dio un portazo en la cara. Dijeron: ‘Rabí Yonatan, ve y cuéntale con alegría a tu madre que no te volviste y no nos miraste, como si te hubieras dado la vuelta y nos hubieras mirado, más de lo que habríamos volado tras de ti, habrías volado detrás de nosotros.
Rabí Yehudah ben Nekosa: los minim discutían con él; le preguntaban y él respondía, le preguntaban y él respondía. Les dijo: ‘En vano me respondéis. Hagamos un acuerdo entre nosotros: cualquiera que venza a su compañero golpeará la cabeza de su compañero con un martillo’. Y él los venció y golpeó sus cabezas hasta que se llenaron de heridas. Cuando regresó, sus discípulos le dijeron: ‘Rabí, te ayudaron desde el cielo y venciste’. Les dijo: ‘En vano [me alabáis]; id y rezad por aquel hombre y por aquel odre que estaba lleno de piedras preciosas y perlas, pero ahora está lleno de carbones’. [La referencia es a sí mismo. Estaba lleno de Torá, pero ahora, tras haber debatido extensamente con los herejes, había sido expuesto a sus afirmaciones e ideas.]”
Janania ben el hermano de Rabí Yehoshua, figura perteneciente a la cuarta generación de Tanaítas (110-135 E.C.), representa un caso paradigmático de la compleja transición que experimentó el judaísmo rabínico en su proceso de autodefinición frente al cristianismo emergente. El investigador británico R. Travers Herford, en su obra fundamental Christianity in Talmud and Midrash (p. 211), ofrece una evaluación cronológica crucial al considerar este texto como auténticamente tanaítico a pesar de las aparentes contradicciones lingüísticas que presenta. La presencia del arameo, idioma característico del período amoraítico posterior, junto con la redacción tardía del Midrash Kohelet Raba, podría sugerir una composición más reciente; sin embargo, Herford argumenta convincentemente que ciertos marcadores textuales inequívocos apuntan hacia su antigüedad histórica. La mención específica de Kefar-Najum (Cafarnaúm) como localización geográfica concreta en la Tierra de Israel, junto con la identificación nominal precisa del sabio involucrado, constituyen criterios metodológicos sólidos para la datación de material tanaítico auténtico, ya que las tradiciones posteriores tienden hacia la generalización geográfica y la anonimización de los protagonistas.
La interpretación del comentarista medieval Matnot Kehuna, incorporada en la prestigiosa edición de Vilna del Midrash, proporciona una clave hermenéutica fundamental al enfatizar la significación geográfica del viaje de R’ Janania hacia Kefar-Najum (Cafarnaum). Según esta exégesis, el sabio se dirigió específicamente “al lugar de la torre de los tintoreros” (migdal tzaba'im) con propósitos curativos, sugiriendo una búsqueda de sanación que trasciende lo meramente físico. Esta interpretación, sin embargo, genera una ambigüedad deliberada en el texto: la naturaleza exacta de la “enfermedad” de R’ Janania permanece intencionalmente obscura, permitiendo una lectura más profunda donde la condición que requiere tratamiento no es necesariamente corporal sino espiritual. En este contexto, la intervención terapéutica de Rabí Yehoshua mediante la aplicación de aceite (meshaj) adquiere dimensiones tanto médicas como exorcísticas, funcionando como un remedio específico contra los encantamientos (keshafim) que los herejes (minim) supuestamente habían ejercido sobre R’ Janania. Esta interpretación transforma el relato de una simple curación médica en una narrativa de liberación espiritual, donde el poder rabínico ortodoxo se enfrenta y vence a las fuerzas mágicas heréticas de los judeo-cristianos.
El texto presenta una constelación de elementos simbólicos que establecen inequívocamente su orientación anti-cristiana, creando un palimpsesto narrativo donde cada detalle funciona como marcador polémico. La elección de Kefar-Najum como escenario no es accidental sino profundamente significativa: esta ciudad funcionó como el centro neurálgico del ministerio de Yeshú según los evangelios canónicos, particularmente Mateo 4:13 que registra explícitamente su establecimiento residencial allí (“κατώκηϲε ειϲ καφαρναουμ = וְיָשַׁב בְּכְפַר-נַחוּם”) según dice el Codex Sinaiticus folio 201a. Esta localización geográfica específica transforma el relato en una inversión narrativa deliberada, donde un sabio judío ortodoxo penetra en el corazón mismo del territorio cristiano para rescatar a un correligionario contaminado por la herejía. La mención del burro (jamor) como medio de transporte adquiere resonancias cristológicas inmediatas, evocando la entrada de Yeshú en Jerusalén montado sobre un pollino, episodio central en la narrativa evangélica que los autores rabínicos conocían y contra el cual polemizaban. La violación sabática mediante la equitación constituye una transgresión halájica específica que los rabinos categorizaban bajo la prohibición de muktzeh y las labores derivadas del Shabat, presentando así a los cristianos como violadores sistemáticos de la Torah. La expresión “דְּהַהוּא רַשִּׁיעָא” (ese malvado) representa un topos anti-cristiano que, refleja la cristalización de actitudes rabínicas hostiles hacia la figura de Yeshú, identificándolo mediante el epíteto despectivo que se convertiría en estándar en la literatura polémica posterior.
El encuentro de R’ Janania con los minim en Kefar-Najum adquiere mayor credibilidad histórica cuando se examina dentro del corpus más amplio de narrativas rabínicas similares que documentan interacciones entre sabios ortodoxos y comunidades judeo-cristianas durante el mismo período cronológico. El paralelo más significativo lo constituye el célebre relato del encuentro entre R’ Eliezer ben Hyrcanus y el hereje Ya’akov de la aldea de Sakhnin, episodio documentado en múltiples fuentes tanaíticas cuya autenticidad histórica es prácticamente indiscutible. Esta historia aparece registrada en una impresionante variedad de textos: Kohelet Raba (comentario 1, verso 8, 3), Talmud de Jerusalén (Avoda Zara 2:2 y Shabat 14:4), Tosefta Julin 2:22, y Talmud de Babilonia (Avoda Zara 16b-17a), demonstrando así su amplia circulación y aceptación en los círculos rabínicos. Ambas narrativas comparten una estructura literaria común que revela un patrón editorial consciente: un sabio respetado establece contacto con representantes de los herejes judeo-cristianos, experimenta algún grado de atracción o contaminación herética, enfrenta la condena y amonestación de autoridades rabínicas superiores, y finalmente experimenta un proceso de purificación y reintegración al judaísmo normativo. Esta estructura narrativa recurrente sugiere no solo la historicidad de tales encuentros sino también su función pedagógica dentro del sistema educativo rabínico como exempla moralizantes.
El investigador Dan Yafe de la Universidad Bar-Ilan, en su obra fundamental Le Judaïsme et l'avènement du Christianisme, proporciona el marco sociopolítico esencial para comprender estos relatos dentro de su contexto histórico más amplio. Según el análisis de Yafe, el período comprendido entre el Concilio de Yavne (aproximadamente 85-90 E.C.) y la Segunda Revuelta Judía conocida como la Rebelión de Bar Kojba (132-135 E.C.) representa una fase crítica de implementación sistemática de las políticas de separación judeo-cristiana que habían sido formuladas teóricamente en Yavne. Durante esta fase, los líderes rabínicos no se limitaron a declarar la incompatibilidad entre judaísmo y cristianismo sino que procedieron a ejecutar activamente un programa de desvinculación que requería la identificación, confrontación y neutralización de aquellos elementos judíos que mantenían conexiones con comunidades cristianas. Los casos de R’ Eliezer ben Hyrcanus y R’ Janania ben Ají R’ Yehoshua deben entenderse, por tanto, no como incidentes aislados sino como manifestaciones específicas de este proceso histórico más amplio de demarcación religiosa. La exigencia de desvinculación total (hafrada) de tales relaciones no representaba meramente una preferencia teológica sino una necesidad política urgente para la supervivencia del judaísmo como sistema religioso distintivo en un ambiente donde las fronteras confesionales permanecían peligrosamente fluidas y permeables.
Análisis Filológico de las Gemilut Jasadim Orgiásticas de los minim judeo-cristianos.
La expresión “gemol jisda” (גמול חסדא) que aparece en el relato de R’ Yonatan presenta una complejidad semántica extraordinaria que requiere un análisis filológico profundo para desentrañar sus implicaciones. En el hebreo clásico, ‘gemilut jasadim’ (גמילות חסדים) constituye uno de los tres pilares fundamentales sobre los que se sostiene el mundo según Pirqe Avot 1:2, junto con la Torah y el servicio divino (avodah). El término “gemol” deriva de la raíz trilítera ג-מ-ל que en su forma qal significa "hacer" o "realizar", pero que en su forma piel (גמל) adquiere un sentido intensivo de "recompensar completamente" o "retribuir plenamente". La palabra "jesed" (חסד), por su parte, representa uno de los conceptos teológicos más complejos del hebreo bíblico, abarcando un espectro semántico que incluye bondad, misericordia, lealtad covenantal y amor fiel.
Sin embargo, el contexto específico en el que aparece esta expresión en el Midrash Kohelet revela una perversión deliberada de su significado sacro original. Los herejes invitan a R’ Yonatan a “participar en actos de bondad amorosa para una novia” (gemol jisda lahade kalta), pero cuando el sabio responde a la invitación, los encuentra “ocupados con una mujer joven” (asukim beriva ajat). La yuxtaposición entre la terminología sagrada de “gemilut jasadim” y la realidad sexual sórdida que describe constituye una ironía teológica devastadora: lo que debería representar la expresión más elevada del altruismo religioso se ha pervertido en libertinaje sexual comunal.
El comentarista medieval Yefeh To'ar proporciona la clave hermenéutica esencial al explicar que la cita de Mishleí / Proverbios 1:14 ("גורלך תפיל בתוכנו כיס אחד יהיה לכולנו") debe entenderse no literalmente sino como eufemismo sexual. El término "kis" (כיס = bolsillo, bolsa) funciona como metáfora para “prostituta” o más específicamente para el órgano sexual femenino compartido comunitariamente. Esta interpretación eufemística encuentra paralelos en la literatura rabínica donde el lenguaje comercial frecuentemente enmascara realidades sexuales: el verbo "lifol goral" (echar suertes) sugiere la distribución aleatoria de turnos sexuales entre los participantes masculinos, mientras que la expresión “kis ejad” (una sola bolsa) indica la disponibilidad sexual indiscriminada de la mujer para todos los miembros del grupo.
La hipótesis más plausible sobre el origen de determinadas prácticas orgiásticas en sectores judeocristianos primitivos se fundamenta en una reinterpretación radical de elementos centrales del mensaje evangélico de Yeshú, especialmente aquellos que propugnaban la abolición de las distinciones sociales convencionales y la constitución de una nueva comunidad cimentada en el amor fraternal. El término griego ἀγάπη (agápē), piedra angular de la terminología cristiana primitiva, deriva del verbo ἀγαπάω (agapáō), cuyo campo semántico en el griego clásico y helenístico es notablemente amplio. Aunque en el corpus neotestamentario ἀγάπη suele asociarse a un amor espiritual, desinteresado y trascendente, en la literatura griega anterior y contemporánea su significado es mucho más ambiguo y puede incluir matices de afecto intenso, favoritismo e incluso deseo.
Sin embargo, para expresar el amor erótico o sexual, el griego clásico emplea preferentemente el verbo ἐράω (eráō), que aparece en la forma activa solo en presente e imperfecto (por ejemplo, ἤρων, Heródoto 9.108; ἐρᾶν, Eurípides, Hipólito 32; Platón, Simposio 181b), y cuyo uso implica connotaciones explícitamente sexuales o pasionales, tanto hacia personas (c. genitivo de persona: “ἤρα τῆς γυναικός”, Heródoto 9.108) como hacia objetos o estados (c. genitivo de cosa: “τυραννίδος ἐρᾷ”, Arquíloco 25.3). No obstante, existen contextos en los que ἀγαπάω y φιλέω pueden solaparse parcialmente con ἐράω, especialmente en registros poéticos o filosóficos donde la distinción entre amor espiritual y amor erótico se difumina (cf. Platón, Lisis 222a; Jenofonte, Hierón 11.11).
En este sentido, el uso de ἀγαπάω en el Evangelio de Juan —por ejemplo, en la célebre declaración “ἠγάπησεν ὁ θεὸς τὸν κόσμον” (Juan 3:16, Codex Sinaiticus folio 248: “ηγαπηϲεν ο θϲ τον κοϲμο”)— no puede considerarse semánticamente neutro ni desprovisto de ambigüedad en el contexto del sincretismo religioso del siglo I. La polisemia inherente de ἀγάπη, sumada a la permeabilidad conceptual entre los distintos registros del amor en el griego koiné, permitió que ciertos grupos interpretaran el mandamiento del amor radical no solo en clave ética o espiritual, sino también como una invitación a la comunión corporal, a las prácticas orgiásticas.
Así, la progresiva identificación del amor divino con la experiencia comunitaria totalizadora —donde la distinción entre agápē y érōs se desdibuja— pudo servir de justificación teológica y filológica para el desarrollo de rituales en los que la expresión del amor fraternal adquiría formas orgiásticas o eróticas, escandalosas para los observadores exteriores pero coherentes, desde la hermenéutica interna del grupo judeo-cristiano, con la radicalidad del mensaje original de Yeshú. En suma, la sofisticación semántica de los términos griegos del amor, unida a la plasticidad de las interpretaciones en los primeros siglos de la era común, constituye un fundamento filológico sólido para comprender la emergencia de estas prácticas y su posterior condena por parte de las autoridades rabínicas y eclesiásticas.
Sin embargo, la aplicación práctica de este concepto de “agape” en las comunidades cristianas primitivas parece haber generado interpretaciones divergentes que podrían haber llevado a excesos rituales. La expresión paulina "φίλημα ἅγιον" (beso santo) mencionada repetidamente en las epístolas (Romanos 16:16, 1 Corintios 16:20, 2 Corintios 13:12, 1 Tesalonicenses 5:26) sugiere prácticas comunitarias de intimidad física que, aunque originalmente inocentes, podrían haber evolucionado hacia formas más extremas de expresión corporal. El Codex Sinaiticus en 1 Corintios 16:20 folio 274a registra: “αϲπαϲαϲθε αλληλουϲ εν φιληματι αγιω”, formulación que en griego permite interpretaciones que van desde el saludo ceremonial hasta la intimidad física.
Esta ambigüedad se acentúa en los textos gnósticos coptos de Nag Hammadi, especialmente en el Evangelio de Felipe (NHC II,3), donde el beso trasciende la mera cortesía y se convierte en un símbolo de comunión espiritual y transmisión de conocimiento místico. Así, el texto afirma:
ⲡⲉⲛⲥⲱⲛ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲣⲱⲙⲉ ⲁϥⲉⲓ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲥⲉⲡⲉ ⲁϥⲙⲉⲧⲁⲥⲛⲁⲩ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲛⲡⲉ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲛⲟⲓⲛⲟⲥ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲛⲉⲗⲁⲓⲟⲛ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲛⲡⲉⲥⲱⲛ. ⲡⲉⲧⲥⲉⲡⲉ ⲙⲉⲩⲉⲓⲧⲉ ⲡⲉⲧⲥⲉⲡⲉ ⲡⲉⲥⲱⲛ. ⲡⲉⲧⲥⲉⲡⲉ ⲡⲉⲥⲱⲛ ⲙⲉⲩⲉⲓⲧⲉ ⲡⲉⲥⲱⲛ. ⲉⲧⲃⲉ ⲧⲉⲛⲥⲱⲛ ⲧⲉⲛⲥⲱⲛ ⲛⲁⲛ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲛⲥⲱⲛ. ⲧⲁⲛⲧⲉⲛⲃⲱⲕ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲛⲭⲁⲣⲓⲥ ⲉⲧⲉ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲛⲧⲉⲛⲁⲩ.
“El Hijo del Hombre vino como sembrador, y trajo consigo pan y vino y aceite, y también el beso. El que siembra el amor cosecha amor. El que siembra el beso cosecha el beso en retorno. Por eso nos besamos unos a otros. Recibimos la concepción de la gracia que hay en cada uno de nosotros.”
(EvFel 58,34–59,5, traducción de Bentley Layton)
En el célebre pasaje sobre Yeshú y María Magdalena (Miriam Terene’), el beso adquiere un matiz aún más íntimo y polémico:
ⲧⲉⲛⲕⲟⲓⲛⲱⲛⲟⲥ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲥⲱⲧⲏⲣ ⲧⲉ ⲙⲁⲣⲓⲁ ⲡⲉ ⲧⲏⲣⲉⲛⲏ. ⲙⲁⲥⲉ ⲁϥⲙⲉⲛⲁⲧⲉⲛ ⲉⲧⲛ̄ⲧⲉⲛⲧⲉⲛⲁⲩ ⲉⲃⲟⲗ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲙⲉⲛⲁⲧⲉⲛ ⲉⲧⲛ̄ⲧⲉⲛⲧⲉⲛⲁⲩ ⲉⲃⲟⲗ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲉⲧⲛ̄ⲧⲉⲛⲧⲉⲛⲁⲩ ⲉⲃⲟⲗ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲉⲧⲛ̄ⲧⲉⲛⲧⲉⲛⲁⲩ ⲉⲃⲟⲗ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲉⲧⲛ̄ⲧⲉⲛⲧⲉⲛⲁⲩ ⲉⲃⲟⲗ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲉⲧⲛ̄ⲧⲉⲛⲧⲉⲛⲁⲩ ⲉⲃⲟⲗ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ ⲛ̄ⲧⲉ ⲡⲉⲧⲛⲁⲙⲉⲓⲛⲉ.
“Y la compañera [koinonos] del Salvador (p-sōtēr) es María’ Terené [la Magdalena; o, según la tradición copta local, la Terené]. Más [la amaba] que a todos los discípulos, y la besaba a menudo en la [boca]. Los otros discípulos lo veían y le decían: “¿Por qué la amas más que a todos nosotros?”
(EvFel 63,32–64,10)
Estas fuentes ilustran cómo, en determinados círculos gnósticos, la práctica del beso pudo evolucionar desde un simple gesto de fraternidad a un acto cargado de significado esotérico y, potencialmente, de intimidad física. Así, el “beso santo” paulino, resignificado en clave gnóstica, sirvió no solo como símbolo de comunión espiritual, sino también como posible vehículo para rituales de unión que difuminaban las fronteras entre lo espiritual y lo corporal, abriendo la puerta a interpretaciones y prácticas que los observadores externos —y posteriormente las autoridades eclesiásticas— consideraron excesivas o incluso escandalosas.
La enseñanza de Yeshú sobre la abolición de estructuras familiares tradicionales, particularmente evidente en Mateo 10:34-37 donde declara haber venido “no para traer paz sino espada” y dividir las familias, pudo haber sido interpretada por algunos grupos como una licencia para transgredir todas las normas sexuales convencionales. El concepto de “nueva creación” (καινὴ κτίσις) proclamado por Pablo en 2 Corintios 5:17 implicaba teóricamente la abolición de todas las distinciones y prohibiciones del orden anterior, incluyendo potencialmente las restricciones sexuales halájicas que definían la identidad judía ortodoxa.
Más específicamente, la enseñanza de Yeshú registrada en Marcos 12:25 (Codex Sinaiticus, folio 225a: “οταν γαρ εκ νεκρων αναϲτωϲι ουτε γαμιζονται”) sobre que en la resurrección “Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni se casarán” pudo haber sido interpretada por comunidades escatológicamente orientadas como una abolición inmediata del matrimonio y, por extensión, de todas las restricciones sexuales. Si los creyentes se consideraban ya participantes de la vida resurrectionis, entonces las normas matrimoniales del mundo presente perdían su relevancia y autoridad.
La evolución de las "ἀγάπαι" (comidas de amor fraternal) hacia rituales sexuales comunitarios representa un fenómeno sociológico complejo que encuentra paralelos en movimientos religiosos entusiastas a lo largo de la historia. El término "ἀγάπη" inicialmente designaba las comidas comunitarias cristianas mencionadas en Judas 12 (Codex Sinaiticus, folio 325a: “ουτοι ειϲιν γογγυϲται μεμψιμυροι κα ταϲ επιθυμιαϲ αυτων πορευομενοι εν ταιϲ αγαπαιϲ ϋμων · ϲπιλαδεϲ” = Estos son murmuradores, quejosos, que caminan según sus propios deseos; en vuestras ágapais [banquetes orgiasticos] son manchas...) donde se describe a los falsos maestros como “manchas en vuestras ágapes”. La transformación semántica del término desde “comida de amor” hacia “ritual orgiástico” refleja un proceso de radicalización teológica donde la metáfora del amor divino se materializa literalmente en actos sexuales.
El testimonio de Epifanio sobre los gnósticos que "recogen la potencia de Prunikós de los cuerpos, a través de los fluidos" sugiere una teología específica donde los fluidos corporales se conciben como vehículos de poder espiritual. Esta concepción encuentra resonancias en el lenguaje eucarístico del Nuevo Testamento, particularmente en Juan 6:53-56 donde Yeshú declara la necesidad de "comer su carne y beber su sangre" para obtener vida eterna. El Codex Sinaiticus folio 521a en Juan 6:54 registra: “ο τρωγων μου τη ϲαρκα και πινω μου το αιμα εχει ζωην αιωνιον”, formulación que en contextos gnósticos pudo haber sido interpretada literalmente como consumo ritual de sustancias corporales.
La práctica gnóstica descrita por Epifanio donde los participantes “recogen semen” (συλλέγομεν γονήν) durante rituales sexuales para consumirlo posteriormente como fuente de poder espiritual (δύναμις) representa una perversión extrema de la teología eucarística cristiana entre los primeros judeo-cristianos. El término griego "δύναμις" aparece frecuentemente en el Nuevo Testamento para describir el poder milagroso de Yeshú, y su aplicación a fluidos sexuales sugiere una identificación entre el poder salvador cristiano y la energía sexual humana.
Evidencias Filológicas y Polémicas Antiguas sobre las Prácticas Comunitarias
El análisis filológico de fuentes siríacas, griegas y semíticas revela que la evolución de ciertas prácticas comunitarias judeo-cristianas hacia formas orgiásticas no fue solo una acusación polémica, sino un fenómeno documentado y debatido en la Antigüedad. El término siríaco jubá’ (ܚܘܒܐ / חובא), equivalente semítico del griego ἀγάπη, aparece en la Peshitta y otros textos cristianos orientales con una ambigüedad semántica comparable a la del griego, permitiendo interpretaciones que van desde el amor fraternal hasta la unión sexual ritualizada. Documentos pseudoepigráficos siríacos posteriores emplean jubá’ para describir prácticas sexuales rituales con pretensiones de conferir iluminación espiritual, y el Liber Graduum del siglo IV menciona comunidades que interpretaban el mandamiento del amor fraternal (jubá’ d-ajé) en términos literales y físicos, sugiriendo que tales tendencias no se limitaron al ámbito gnóstico griego, sino que penetraron también en tradiciones semíticas orientales. Expresiones como qurbana d-jubá (“ofrenda de amor”) aparecen en textos polémicos siríacos como designación despectiva para rituales donde el acto sexual se concebía como sacrificio espiritual.
Esta convergencia filológica se refuerza por los testimonios patrísticos. Clemente de Alejandría, por ejemplo, reporta explícitamente los ágapes orgiásticos de los carpocratianos, señalando que en tales banquetes “buscan comunión” (κοινωνία), y protesta contra el uso de κοινωνία μυστική (“comunión mística”) para referirse a la unión sexual. Clemente observa que los carpocratianos justificaban su conducta citando la máxima evangélica “da a quien te pida”, reinterpretada como un mandamiento de Yeshú para legitimar la promiscuidad ritual. Estas acusaciones, aunque similares a las calumnias paganas contra los cristianos en general (cf. Tertuliano, Apología VII.1), se documentan con detalles internos que delatan una conexión funcional primitiva entre los sacramentos, persistente en ciertas sectas libertinas. Además, Clemente denuncia que los carpocratianos eran conocidos como “los que falsifican la verdad” (οἱ παραχαράσσοντες τὴν ἀλήθειαν), y que su práctica de la cópula ritual en los ágapes iba acompañada de la exigencia a cualquier mujer de cumplir la “ley divina” de Yeshú, que en última instancia se basaba en una interpretación literal y radical de las palabras de Yeshú.
Este trasfondo ritualista tiene paralelos en la literatura mágica greco-egipcia, donde los papiros mágicos (PGM IV, 1596-1715) describen invocaciones y consagraciones que incluyen fórmulas para conferir “encanto sexual” y participación en ritos orgiásticos secretos, asociados a divinidades como Helios y Dioniso. El término griego ὀργιαστής (“participante en ritos orgiásticos”) aparece en estos contextos como designación técnica de quienes buscan experiencias de comunión extática y sexual con lo divino, mostrando que la frontera entre magia, mística y sexualidad ritual era porosa en el entorno religioso tardoantiguo.
La percepción de estos rituales como amenazas sociales y morales está atestiguada también en la legislación romana, que prohibió la castración en honor a Atis y reprimió los misterios báquicos en el 186 a.C., alegando su carácter orgiástico, oriental y femenino. Esta tendencia persecutoria se mantuvo durante siglos, alimentando el estigma sobre los cultos mistéricos, las collegia y las sociedades funerarias, a menudo acusadas de prácticas sexuales subversivas.
Desde la perspectiva rabínica, el Midrash Kohelet Raba 1:8 ofrece un testimonio paradigmático: los minim (judeo-cristianos) son retratados como seductores que, bajo la apariencia de “gemol jisda” (גמול חסדא, actos de bondad amorosa), organizan rituales sexuales grupales disfrazados de altruismo religioso. Los comentaristas medievales (Jidushei HaRadal, Etz Yosef, Matnot Kehunah, etc.) desentrañan las capas polémicas y teológicas de este relato, revelando la ansiedad rabínica ante la expansión cristiana y su reinterpretación radical de conceptos sagrados judíos.
Conclusión
La hipótesis más sólida sobre la enseñanza mistérica de Yeshú respecto a la autorización de las gemol jisda o ágapes, reconstruida desde el arameo galileo y enriquecida por el análisis filológico multilingüe, apunta a que su doctrina sobre el amor comunitario no solo fue radicalmente encarnacional, sino que también se insertó en el horizonte ritualista de los cultos mistéricos del Mediterráneo oriental. En el arameo galileo, términos como חסדא (jisda) y רחמין (rajamín) ya poseían, en registros apocalípticos y místicos, un potencial semántico que permitía su expansión hacia formas de intimidad física, especialmente cuando se reinterpretaba la hospitalidad y el amor fraternal como participación directa en la economía divina de la redención.
Sin embargo, la plasticidad de estos conceptos se vio potenciada al ser traducidos y resignificados en contextos griegos, coptos y siríacos: ἀγάπη, ܚܘܒܐ (jubá), ⲁⲅⲁⲡⲏ, todos ellos términos que, en los ambientes gnósticos y cristianos heterodoxos, podían abarcar desde la caridad ética hasta la comunión sexual ritualizada. La raíz aramea de gemol jisda (גמול חסדא), al pasar al griego como κοινωνία y al copto como ⲕⲟⲓⲛⲱⲛⲟⲥ, adquirió matices de participación mística y corporal, como se observa en el Evangelio de Felipe y otros textos de Nag Hammadi, donde la unión física y el beso se convierten en vehículos sacramentales de iluminación y reintegración espiritual.
La clave hermenéutica de este desarrollo reside en la convergencia entre la teología encarnacional de Yeshú y la praxis ritual de los cultos mistéricos grecorromanos. Los papiros mágicos griegos (PGM), especialmente PGM IV, atestiguan la existencia de ritos orgiásticos y fórmulas de consagración que buscaban la participación extática en la divinidad a través de la unión sexual y la comunión de cuerpos, invocando a deidades como Helios, Dioniso o la Gran Madre, y empleando términos como ὀργιαστής (“participante en ritos orgiásticos”) tal como se lee en líneas 1596-1715:
...Εἰ λανχυχ ακαρὲν βαλ μισθρὲν μαρτα / μαθαθ λαιλαμ μουσουθι σιεθο βαθαβαθι ιατμὼν αλει ιαβαθ αβαοθ σαβαωθ αδωναϊ, [= בִּי לַנְחִיךְ עֲקָרֵן בַּעַל מִסְתְּרֵן מַרְתָּא מַתַּת לְעָלַם מוסותי סִיֵּתוֹ בַּת־אַבַּתִּי יַתְמוֹן עָלֵי יַבַּת אֲבוֹת צְבָאוֹת יי] ὁ μέγας θεός, ορσενοφρὴ οργεατὴς τ᾿ ὁ θορνατὴς κριθι βιόθι ιαδμὼ υταμὼι μεθιεί λονχοο ακαυ βαλ μινθρὲ βανε βαινχχυχχχ ουφρι νοθεουσι θραι / αρσιουθ ερονέρθερ…
(Traducción: ..Te invoco, el más grande en el cielo: bi lanchych akaren bal misthren marta, mathath lailam mousouthi sietho bathabathi iatmon alei Iabath Abaoth Sabaoth Adonai [= בִּי לַנְחִיךְ עֲקָרֵן בַּעַל מִסְתְּרֵן מַרְתָּא מַתַּת לְעָלַם מוסותי סִיֵּתוֹ בַּת־אַבַּתִּי יַתְמוֹן עָלֵי יַבַּת אֲבוֹת צְבָאוֹת יי] ([Oh] vida, fuerza, señor, oculto, dador de dones, eterno, poderoso, oculto, que todo lo ve, que concede dones, que eres el padre, los ejércitos, el Señor) el gran dios, Orsenophrē (Osiris/Serapis), el participante en ritos orgiásticos (οργεατὴς τ᾿ ὁ θορνατὴς) y el que excita el frenesí, [tú que eres] poderoso, vital, que das vida, que eres invocado, que eres secreto, el que ilumina, el que protege, el que es señor, el que da nacimiento, el que es creador, el que es oculto, el que es dios, el que es poderoso, el que es alto, el Helios resplandeciente, que da luz a todo el mundo. Tú eres la gran serpiente, líder de todos los dioses, quien controla el principio de Egipto y el fin de todo el mundo habitado, quien se une en el océano, el hijo, el dios, los dioses.)
-Betz, H. D. (Ed.). (1986). The Greek Magical Papyri in Translation, Including the Demotic Spells (pp. 68 [=126 del PDF]). Chicago: The University of Chicago Press.
Estas prácticas, orientadas a la obtención de poder, fortuna y revelación, se estructuraban en torno a la idea de que la sexualidad ritual era un canal legítimo y eficaz de acceso a la realidad divina.
En este contexto, Yeshú puede ser interpretado como un hierofante semítico-romano, un maestro de misterios que, adaptando y resignificando la tradición judía de jesed y gemilut jasadim, la fusionó con los modelos mistéricos grecorromanos, autorizando ágapes y gemol jisda como prácticas de comunión total, donde la abolición de las distinciones convencionales y la participación en el amor divino se encarnaban en gestos de hospitalidad radical, partimiento del pan y, en ciertos círculos, unión sexual ritual. El verbo arameo דבק (davaq, “adherirse, unirse”) y su paralelo griego κολλάω, ambos connotando tanto unión mística como física, refuerzan la hipótesis de que la devequt hierofante propuesta por Yeshú se realizaba no solo en el plano espiritual, sino también en el corporal, en línea con las aspiraciones de los cultos mistéricos de su tiempo.
Desde la perspectiva rabínica del Midrash Kohelet Raba, la reacción ante las prácticas descritas —como los ágapes o gemol jisda— no puede entenderse simplemente como una polémica religiosa más, sino como una denuncia frontal de lo que los sabios consideraban una corrupción radical de la identidad judía. Para los rabinos, Yeshu y sus discípulos (los jinukim) no eran vistos como una rama legítima del judaísmo, sino como mumarim: desviados, apóstatas y, sobre todo, pervertidos sexuales que habían traicionado los valores fundamentales de la Torá y la tradición.
El relato de Kohelet Raba 1:8 y sus glosas medievales dejan claro que los minim (judeo-cristianos) no solo reinterpretaron el amor fraternal y la hospitalidad, sino que los transformaron en rituales de índole sexual bajo el disfraz de “actos de bondad amorosa” (gemol jisda). Para los sabios, este uso de la terminología sagrada judía para legitimar la promiscuidad y la orgía ritual era una de las formas más peligrosas de herejía: no solo porque pervertía la halajá, sino porque seducía a los incautos bajo la apariencia de piedad y compasión. Así, el Midrash describe cómo los discípulos de Yeshu atraían a jóvenes judíos con promesas de comunión y espiritualidad, solo para iniciarlos en prácticas que los rabinos consideraban abominaciones sexuales y mágicas, asociadas en el imaginario rabínico tanto con la idolatría pagana como con la traición nacional.
La narrativa rabínica no se limita a la condena moral, sino que construye una oposición total: los seguidores de Yeshu son presentados como “otros”, como extranjeros dentro de Israel, incapaces de regresar a la vida judía auténtica (“todos los que a ella van, no vuelven…”). La imagen de los minim como seductores, magos y libertinos sexuales se convierte en un mecanismo de defensa identitaria, que busca proteger la integridad espiritual del pueblo judío frente a la amenaza de la asimilación y la disolución ritual. El hecho de que los ágapes y las gemol jisda sean interpretados como orgías rituales no es solo una acusación moral, sino una declaración de guerra cultural: para los rabinos, Yeshu y sus jinukim no son judíos extraviados, sino enemigos internos, agentes de corrupción que deben ser combatidos y expulsados.
En este sentido, la reacción rabínica y patrística ante las prácticas mistéricas y orgiásticas de los judeo-cristianos no solo atestigua el impacto subversivo de la hermenéutica de Yeshu en el Mediterráneo tardoantiguo, sino que revela la profunda fractura entre judaísmo y cristianismo. Desde la óptica de Kohelet Raba, la autorización de las gemol jisda o ágapes por Yeshu no es la universalización de una mística semítica, sino la perversión máxima de la santidad judía: una herejía que, bajo el disfraz del amor y la comunión, destruye la frontera entre lo sagrado y lo profano, y convierte a sus adeptos en mumarim, desviados y pervertidos irredimibles a los ojos de la tradición rabínica.
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