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5/07/2025

¿Fue el “Evangelio del Señor” el texto original y no el “Evangelio Según Lucas”? Revelaciones que sacuden hasta las sectas de Raíces Hebreas del Cristianismo

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Las investigaciones recientes en crítica textual neotestamentaria, particularmente el riguroso análisis sobre los textos marcionitas, ofrecen un renovado sustento para la hipótesis de que τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου ("El Evangelio del Señor") constituyó efectivamente la denominación original del texto que posteriormente conoceríamos como el tercer evangelio canónico. Esta propuesta, lejos de representar una especulación marginal, encuentra sólido respaldo en las evidencias textuales y los patrones de transmisión manuscrita del cristianismo primitivo.

La investigación sobre Marción revela un aspecto fundamental que fortalece nuestra hipótesis: contrariamente a la opinión tradicional heresiológica, Marción realizó "revisiones muy ligeras" al texto pre-marcionita griego autoritativo utilizado por la antigua congregación católica de Roma (Schmid, 2010). Esta conclusión, corroborada independientemente por diversos estudios, demuestra que el texto bíblico empleado por Marción no era producto de "corrupciones tendenciosas", sino que representaba en gran medida el texto utilizado en Roma antes del 144 d.C., fecha de su expulsión de la iglesia romana (Clabeaux, 1989).

Este hallazgo posee implicaciones trascendentales para nuestra hipótesis, pues si Marción realizó modificaciones mínimas al texto pre-existente, resulta altamente probable que el título τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου tampoco constituyera una innovación marcionita, sino la preservación de una denominación original que circulaba en la iglesia romana pre-144. El manuscrito utilizado por Marción es "incluso más antiguo que lo que generalmente se considera el 'manuscrito más antiguo' existente de los escritos de Pablo: p46 (c. 200, de Egipto)" (Roth, 2009). La antigüedad de este testimonio textual respalda la primacía cronológica de la denominación "Evangelio del Señor".

La evidencia identifica el texto pre-marcionita de Roma como "pre-Occidental", argumentando que antecede a la creación de lo que ahora denominamos texto "Occidental" (Metzger & Ehrman, 2005). Esta caracterización cronológica respalda nuestra tesis de que τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου representa una formulación más primitiva que posteriormente evolucionó hacia la designación Κατὰ Λουκᾶν.

Particularmente significativo resulta la evidencia de que "hubo en uso en Roma una colección 'desviante' (es decir, que se desvía de nuestro texto actual) pre-marcionita de las epístolas de Pablo, y que este antiguo texto pre-marcionita desviante fue una vez transportado al cristianismo arameo" (BeDuhn, 2013). Esta conexión con las tradiciones siríaco-arameas proporciona un respaldo crucial para nuestra observación sobre la transmisión del título en comunidades mesopotamias como ܐܘܢܓܠܝܘܢ ܕܡܪܝܐ (Ewangeliyôn d'Mariyâ, אֵוַנגֵּלִיון דְּמָרְיָא), reforzando la hipótesis de una transmisión temprana y ampliamente distribuida del título original.

Los patrones específicos de modificación textual resultan altamente relevantes para nuestra hipótesis. Por ejemplo, en Gálatas 2:9, la secuencia "Santiago, Cefas y Juan" fue alterada a "Pedro, Santiago y Juan" tanto en el texto marcionita como en manuscritos occidentales posteriores (Harnack, 1924). Esta variante, que inicialmente podría atribuirse a una intervención marcionita, es en realidad una lectura que Marción simplemente transmitió del corpus paulino utilizado en Roma, posiblemente resultado de "alguien que quería enfatizar que Pedro era el primado" (Lieu, 2015).

Este patrón de preservación textual por parte de Marción, incluso de variantes que no necesariamente favorecían su teología, refuerza nuestra hipótesis de que el título τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου no fue una creación marcionita sino la preservación de una denominación primitiva. Al igual que con la secuencia de nombres apostólicos, Marción habría conservado simplemente el título original del evangelio que circulaba en Roma pre-144, mientras que la designación Κατὰ Λουκᾶν representaría una modificación posterior implementada por la iglesia proto-ortodoxa para establecer una cadena de autoridad apostólica.

La unanimidad con que fuentes antimarcionitas como Tertuliano (Adversus Marcionem IV.2.2: Evangelium Domini) y Epifanio de Salamina (Panarion 42.11.5) atribuyen la denominación "Evangelio del Señor" al texto utilizado por Marción adquiere nueva significación a la luz del análisis textual contemporáneo. Tertuliano, quien "consultó un texto griego (no latino) del Apostolikon de Marción" (Evans, 1972), representa un testimonio especialmente valioso por su acceso directo a los textos marcionitas originales.

El manuscrito pre-marcionita de Pablo "debía contener un número de glosas marginales" (Klinghardt, 2008), lo que sugiere un proceso activo de transmisión textual con anotaciones aclaratorias. Este patrón de transmisión manuscrita refuerza nuestra observación sobre la evolución nomenclatural del evangelio: del mismo modo que el texto paulino pre-marcionita contenía anotaciones marginales que posteriormente se integraron al texto principal, la designación Κατὰ Λουκᾶν podría haberse originado como una anotación catalográfica secundaria que gradualmente desplazó al título original τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου, reflejando así la transición desde una concepción del evangelio como revelación directa del Señor hacia su consideración como testimonio humano derivado.

La estructura lingüística del título τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου en griego koiné muestra una correspondencia directa con fórmulas paulinas como ἡ διδαχὴ τοῦ Κυρίου (1 Corintios 14:37), precisamente dentro del corpus epistolar que Marción consideraba autoritativo. Marción era profundamente respetuoso del texto paulino original, realizando modificaciones únicamente donde su teología cristomonista lo exigía imperativamente, como la omisión intencional de "y Dios el Padre" (καὶ θεοῦ πατρός) en Gálatas 1:1 (Hoffmann, 1984).

Esta selectividad en las intervenciones textuales refuerza nuestra hipótesis de que el título τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου respondía perfectamente a la cristología paulina que Marción reivindicaba preservar, pues presentaba el evangelio como revelación directa del Señor cósmico, coherente con la afirmación paulina de que su evangelio no era "según hombre" sino por "revelación de Jesucristo" (Gálatas 1:11-12). Esta coherencia cristológica explicaría por qué Marción habría conservado esta denominación original, mientras rechazaba la posterior designación Κατὰ Λουκᾶν que implicaba una mediación humana en la transmisión del mensaje.

La conclusión de que "la influencia de Marción en los manuscritos bíblicos de la Iglesia Católica es, por lo tanto, mínima, y a menudo ha sido sobrevalorada en el pasado" (Detering, 2003) invierte radicalmente la narrativa tradicional heresiológica. Si las variantes textuales marcionitas no influyeron significativamente en la transmisión manuscrita posterior, esto refuerza nuestra propuesta de que las diferencias estructurales entre el evangelio marcionita y el Lucas canónico -particularmente la ausencia en el primero de elementos judaizantes como la narrativa de la natividad- podrían indicar no una "mutilación" del texto original, como afirmaban los heresiológos, sino una versión más primitiva que posteriormente fue expandida.

La evidencia sugiere que "el texto que Marción utilizó era esencialmente el texto de Pablo según se leía en la Iglesia Católica en Roma en la época de Marción" (Knox, 1942). Aplicando esta misma lógica al Evangelio, resulta plausible que el texto evangélico utilizado por Marción no fuera una alteración tendenciosa, sino sustancialmente el mismo que circulaba en Roma antes del 144 d.C., lo que constituiría una versión más temprana del texto posteriormente expandido como Lucas canónico.

Las observaciones sobre la transmisión del Corpus Paulino pre-marcionita al "cristianismo arameo" (Petersen, 2006) proporcionan un marco explicativo para la presencia del título ܐܘܢܓܠܝܘܢ ܕܡܪܝܐ (Ewangeliyôn d'Mariyâ) en las comunidades siríaco-arameas. Existe una secuencia similar del corpus paulino marcionita en el Kanon Sinaiticus, una obra siria (Baarda, 1994), lo que demuestra la pervivencia de tradiciones textuales pre-marcionitas en contextos arameos.

Es particularmente significativo que el Códice de Mani de Colonia contenga citas paulinas que “muestran una fuerte preferencia por Gálatas y Corintios” (Koester, 2000), precisamente las epístolas que constituían el núcleo del Apostolikon marcionita. Esta continuidad en la transmisión de tradiciones textuales pre-marcionitas refuerza nuestra observación sobre la estabilidad transcultural en la titulación marcionita, manteniéndose constante tanto en contextos helenísticos como semíticos, lo que sugiere una antigüedad y autenticidad considerables para la denominación τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου / ܐܘܢܓܠܝܘܢ ܕܡܪܝܐ.

La hipótesis sobre el carácter pre-marcionita de muchas variantes textuales tradicionalmente atribuidas a intervenciones heresiológicas proporciona un nuevo prisma para interpretar la cronología de las atribuciones autorales. Si gran parte del texto marcionita representaba la tradición textual romana pre-144, entonces la designación τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου probablemente también pertenecía a esta tradición primitiva.

La primera mención explícita a Lucas como autor proviene de Ireneo (c. 180 d.C.), precisamente en su obra "Contra las Herejías", donde intenta establecer un criterio de apostolicidad para los textos canónicos frente a los "heréticos" (Irenaeus, Contra Haereses III.1.1). Este contexto apologético refuerza nuestra observación de que la vinculación del evangelio a un colaborador paulino respondía a necesidades estratégicas para combatir al propio Marción con sus armas, estableciendo una conexión apostólica que legitimara la versión "completa" frente a la supuesta "mutilación" marcionita.

La investigación sobre los patrones de transmisión textual proporciona un marco analítico para nuestra observación sobre cómo mientras los códices marcionitas comenzaban directamente con Ἀρχὴ τοῦ εὐαγγελίου τοῦ Κυρίου, y en siríaco ܪܫ ܐܘܢܓܠܝܘܢ ܕܡܪܝܐ (Reš Ewangeliyôn d'Mariyâ), los manuscritos ortodoxos posteriores adoptaron sistemáticamente la fórmula Κατά + autor.

Este cambio estructural refleja precisamente el tipo de evolución textual documentada por los especialistas: la transición desde formas textuales primitivas (pre-marcionitas) hacia formatos estandarizados en el proceso de canonización. "A lo largo de los siglos se han añadido obviamente algunos escritos. Pero se ha preservado la forma 'marcionita' (la llamaríamos: 'original') del corpus paulino" (Gamble, 1995). De modo análogo, la estructura introductoria del evangelio habría experimentado una evolución desde su formato primitivo (Ἀρχὴ τοῦ εὐαγγελίου τοῦ Κυρίου) hacia la fórmula estandarizada Κατὰ Λουκᾶν, manteniendo el contenido fundamental pero reorientando su marco interpretativo.

El planteamiento de que "los manuscritos en uso en Roma en los años 140 no pueden haber diferido mucho de otros manuscritos en cualquier otro lugar de la iglesia antigua en ese momento" (Williams, 1989) sugiere que las divergencias entre el "Evangelio del Señor" marcionita y el Lucas canónico no deben entenderse según el esquema heresiológico tradicional (ortodoxia original → desviación herética), sino como testimonio de la diversidad textual inherente al cristianismo pre-canónico.

Si aplicamos estas conclusiones sobre el Apostolikon al Evangelio, resulta plausible que el texto evangélico utilizado por Marción representara una versión temprana y autoritativa que circulaba en Roma antes del 144 d.C., y que las diferencias con el Lucas canónico posterior no fueran producto de "mutilaciones" marcionitas, sino de expansiones y reorientaciones teológicas ortodoxas posteriores, acompañadas de un cambio nomenclatural desde τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου hacia Κατὰ Λουκᾶν.

La investigación contemporánea sobre la textualidad marcionita transforma nuestra comprensión de la relación entre los textos "heréticos" y "ortodoxos" en el cristianismo primitivo. La demostración de que muchas variantes textuales tradicionalmente atribuidas a intervenciones marcionitas constituían en realidad lecturas pre-existentes en los manuscritos romanos pre-144 nos permite reevaluar la hipótesis del "Evangelio del Señor" como título original del tercer evangelio.

La evidencia acumulada sugiere convincentemente que τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου no fue una innovación marcionita sino la preservación de una designación primitiva que reflejaba la comprensión paulina original del evangelio como mensaje directo del Señor cósmico. La posterior transición hacia la fórmula Κατὰ Λουκᾶν representaría un cambio paradigmático en la concepción del texto evangélico, desde su entendimiento como revelación directa hasta su integración en un esquema de autoridad apostólica que requería intermediación humana.

Esta reevaluación, respaldada por rigurosos análisis textuales, no solo enriquece nuestra comprensión de la historia textual del tercer evangelio, sino que también ilumina los complejos procesos de formación canónica mediante los cuales las tradiciones textuales primitivas fueron progresivamente reconfiguradas para alinearse con las estructuras teológicas e institucionales de la iglesia emergente.

La denominación τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου emerge así, no como una desviación herética, sino como testimonio de un estrato más primitivo en la evolución del texto evangélico, un vestigio de la más temprana comprensión cristiana del evangelio como mensaje directo de Yeshú, preservado por Marción mientras la iglesia proto-ortodoxa evolucionaba hacia un modelo de autoridad que transformaría profundamente tanto el contenido como la designación misma del tercer evangelio.

Texto

Título griego

Título siriaco

Función teológica

Evangelio primitivo lucano

τὸ εὐαγγέλιον τοῦ Κυρίου

ܐܘܢܓܠܝܘܢ ܕܡܪܝܐ

אֵוַנגֵּלִיוֹן דְּמָרְיָא

Legitimar ruptura con la LXX

Lucas ortodoxo

Κατὰ Λουκᾶν

ܐܘܢܓܠܝܘܢ ܕܠܘܩܐ

אֵוַנגֵּלִיוֹן דְּלוּקָא

Vincular a tradición apostólica


Esta tabla comparativa ilustra la transformación nomenclatural que acompañó la evolución teológica desde la concepción paulina-marcionita del evangelio como “revelación directa del Señor” hasta su reconfiguración ortodoxa como testimonio humano integrado en la cadena de sucesión apostólica, transformación que los análisis textuales contemporáneos nos permiten reconocer como parte de los complejos procesos mediante los cuales el cristianismo primitivo negoció sus fronteras identitarias y sus estructuras de autoridad durante el crucial período formativo del siglo II.

Conclusión

Desde la perspectiva del judaísmo, la existencia de un “Evangelio del Señor” como forma primitiva del texto lucano no cambia la valoración fundamental hacia los evangelios y hacia la figura de Yeshú (Jesús) en sí. Según la halajá y la tradición rabínica, Yeshú es considerado un mumar (apóstata) y, más grave aún, un mesit u’madiaj (instigador y seductor a la idolatría), categorías que implican la máxima gravedad en la ley judía (Devarim/Deuteronomio 13:7-12).

El Talmud Bavlí Shabat 116a-b y otras fuentes rabínicas tempranas atestiguan que los evangelios (incluido el de Lucas, bajo cualquier título) eran considerados sifrei minim (libros de herejes), prohibidos para los judíos y sujetos incluso a ser destruidos en caso de encontrarse en Shabat, ya que su contenido era visto como contrario a la Toráh y como una amenaza directa a la fe de Israel.

El hecho de que el texto primitivo lucano portara el título de “Evangelio del Señor” y no el de un discípulo/apóstol, lejos de suavizar la postura rabínica, la refuerza: para el judaísmo, cualquier texto que proclame la divinidad de Yeshú o lo presente como figura mesiánica y objeto de culto es, por definición, ajeno y opuesto a la unicidad divina y a la revelación del Sinaí. El énfasis en “el Señor” como figura central y divina solo acentúa la ruptura teológica con el judaísmo, que rechaza de plano cualquier mediador divino entre Di-s e Israel.

Por tanto, desde el judaísmo, la discusión sobre la forma primitiva del evangelio lucano es relevante para la historia del cristianismo, pero no altera la percepción esencial: el “Evangelio del Señor”, al igual que el “Evangelio según Lucas”, representa un texto que promueve ideas consideradas heréticas y peligrosas para la continuidad de la fe judía. Su estudio puede ser de interés académico o interreligioso, pero nunca será aceptado como parte legítima del legado de Israel, sino como un testimonio más de la separación y la polémica entre las dos tradiciones.

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    Fuentes patrísticas relevantes:

    Otras fuentes mencionadas en el artículo:

    • Codex Bezae (D), Vetus Latina, Kanon Sinaiticus (para evidencia manuscrita primitiva, véase Quispel, 1998).

    • Mani Codex de Colonia (para citas paulinas en el maniqueísmo, véase Quispel, 1998).

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