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1/15/2013

Rav Shlomoh Aviner Shlit"a: Plegaria y música

BS"D



Plegaria y música

Pregunta: La plegaria debe supuestamente darnos fuerzas. Es la mejor forma de “meditación”. Pero, ¿de qué modo puedo sentirme completamente compenetrado en la plegaria con todo mí ser? Para despertar mis sentimientos, ¿acaso no conviene escuchar una buena música que ayude a abrir los senderos de D’s? Después de todo, antes de la plegaria necesitamos estar preparados y tener las intensiones apropiadas.
Respuesta: Indudablemente, una música apropiada despierta al hombre hacia las alturas. Acerca del profeta Elishá está escrito que pidió que le trajeran un tañedor: “Y fue así que mientras tocaba el tañedor, estuvo sobre el profeta la mano del Señor” (Melajim Bet 3:15). De aquí, nuestros sabios aprendieron que “la Shjina (manifestación de la Presencia Divina) se posa… sólo donde hay alegría por el cumplimiento de la mitzva” (Shabat 30B). Es también sabido que en el Beit HaMikdash (El Templo) se tocaba música durante el servicio divino, y los músicos eran personas sagradas, los Levitas.
Sin embargo, no encontramos que nuestros sabios en distintas épocas nos hayan aconsejado prepararnos para la plegaria a través de la música o acompañar la plegaria con música. Cuando el movimiento reformista introdujo el órgano en la sinagoga, se despertó entonces un terrible escándalo en su contra, porque era visto como una forma de asemejarse a los cristianos.
Pero realmente: ¿Por qué no acompañar nuestras plegarias con música?
Aparentemente, las melodías utilizadas en el Beit HaMikdash y las del profeta Elishá se perdieron. Según parece, los senderos que conducen hacia D’s a través de las experiencias artísticas no son los apropiados para nosotros.
Son convenientes para los cristianos, puesto que sus plegarias constituyen una experiencia estética y también sus iglesias están construidas para impresionar a quien las ve.
En cambio, para nosotros, la plegaria significa servir a D’s. Sin duda, no se trata de una “meditación” que está dirigida hacia el interior de la persona y es un culto de sí mismo. No nos oponemos a que el individuo disfrute de placeres estéticos ni que adopte métodos para alcanzar una calma interna; pero estas actividades no constituyen un culto divino sino un culto personal.
Se trata aquí de “me he puesto a mi mismo delante de mi”, en lugar de “Al Señor he puesto siempre delante de mi” (Tehilim 16:8). Ese versículo abre el "Shulján Aruj", el código de ley judía, y se encuentra muchas veces ante el oficiante o inscrito en la primera página del Sidur (libro de rezos).
Toda plegaria está incluida en la fórmula: “Dá lifnei mi atá omed" - sabe ante quien te encuentras. Esto significa que debemos detenernos por un instante, pensar un poco, contemplar y preguntarnos: “¿Qué somos y qué es nuestra vida?”. Debemos sentir y comprender que toda nuestra vida tiene un valor solamente a través de su encuentro con la palabra de D’s. No debemos dedicarnos a nosotros mismos sino que debemos liberarnos de nosotros mismos.
Si lográsemos hacerlo, cumpliríamos lo que está escrito en el "Shulján Aruj" en las directivas para la preparación para la plegaria:
“Quien reza debe concentrarse en el significado de las palabras que emite de sus labios y debe pensar así como si estuviera ante la Shjina. Debe desentenderse de todos los pensamientos que puedan molestarle, hasta que su pensamiento y concentración estén purificados en su plegaria. Debe pensar que si se encontrase ante un rey de carne y hueso, arreglaría sus palabras y se concentraría en ellas para no equivocarse. Cuanto más, ante D’s, el Rey de los Reyes, quien examina todos nuestros pensamientos. Esto es lo que hacían los piadosos y justos: se aislaban y dirigían su plegarias hasta llegar a separar lo material, permitiendo triunfar a su intelecto hasta que llegaban cerca del nivel de profecía” (Shulján Aruj, Oraj Jaim, 98:1).
Lamentablemente, no hemos alcanzado ese mérito. Por lo tanto, debemos esforzarnos lo máximo que podamos, incluso si no tenemos éxito. Puesto que ese esfuerzo y aspiración constituyen en sí mismos el culto a D’s.
Otra gran bondad nos hizo D’s: la conducta exterior del individuo influye y estimula su mundo espiritual. Como dijo Rabí Moshé Jaim Luzzato: “El movimiento exterior despierta al interior, y sin duda el exterior está más bajo su control que el interior” (Mesilat Iesharim, final del Capítulo 7).
Si nos movemos durante la plegaria, si rezamos con una voz dulce y agradable y recitamos salmos, adquiriremos el mérito que se cumplan en nosotros los versículos: “Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas, así anhela a Ti mi alma, ¡oh D’s! Sedienta está mi alma del D’s vivo” (Tehilim, 42:2-3).


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