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6/04/2012

Rav Shlomoh Aviner Shlit"a: Un partido generic




Un partido generic

Pregunta: Es cierto que no estamos en época de elecciones y no tenemos que elegir partidos, pero ¿quizás es el momento adecuado para presentar el asunto en forma amplia y profunda, y pensar a dónde queremos llegar? Por supuesto, la Torá es nuestra vida, es la Torá del individuo particular y del Clal (la totalidad genérica de Israel), la Torádel particular y la Torá de la nación, a su luz debemos orientar el país. Por ello, la conclusión sencilla y natural es que hay que votar por un partido religioso. Y así dijo nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk respecto a ese asunto: Soy amigo de todo el que Te teme. Y es más, quizás ha llegado el momento que haya un líder de fe para toda la nación, un Primer Ministro religioso – cuesta evaluar cuanto bien y bendición eso será. La pregunta es, por supuesto, ¿cómo debemos impulsar esa dirección kdoshá (santa)?
Respuesta: 
1. No hay ninguna duda que un líder de fe es el ideal y es la obligación. La pregunta es: ¿La nación está preparada para ello? Porque toda conducción política se divide en tres aspectos: Conocer la realidad actual, fijar la meta, y conducir al publico de la situación actual a la meta – y no sólo planear un camino, sino que también tomar en cuenta caminos alternativos.

2. La realidad es que el pueblo que habita en Tzion no deposita su confianza en el partido religioso nacional. Es más, la mitad del público religioso-nacional mismo no deposita su confianza en él, y vota por otros partidos. Y a pesar que en vísperas de elecciones casi todos los Rabanim (Rabinos) religiosos nacionalistas estimulan a votar por ese partido, el público no lo hace. No sólo que la situación no mejora, sino que en general, se va retrocediendo. Es más, muchos de los integrantes del público religioso-nacionalista que votan por su partido están muy lejos de hacerlo con integridad, sólo porque no son capaces anímicamente de votar por un partido secular o ultra-ortodoxo.
3. Y a pesar que los diputados religiosos-nacionalistas son personas buenas y queridas, que hacen mucho por la nación, por la Torá y la tierra – y se los debe apreciar mucho por ello – de todas formas, con toda la buena voluntad, el partido religioso-nacionalista se quedó precario. Y si continuará dividido en dos, hay serio peligro que ambos no pasen el porcentaje mínimo. E incluso si lo pasarán, no alcanza con ello para que puedan seguir hablando de justicia y verdad, palabras rectas y santas, palabras de Torá y respecto a la tierra – porque esa no es su función, ese es el papel de los pensadores y los grandes creyentes, que deben utilizar su influencia bendita en la nación. El papel del partido es una cuestión de fuerzas, de número, de cantidad. ¡Fuerza! Porque el Kneset (Parlamento) no es un Beit Kneset (Sinagoga).
4. Por supuesto, nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk dijo que se debe votar por un partido religioso, pero debemos aclarar si también se refirió a un partido precario, que no es mejor que un Shofar (cuerno) pequeño de verdad y justicia, sin fuerza práctica. Por supuesto que el ideal es un partido religioso nacionalista, y “soy amigo de todo el que Te teme”, y por supuesto un partido apreciado cuyo emblema es el renacimiento de la nación en su tierra, según suTorá – pero, ¿de qué nos servirá alabar ese partido, si en la práctica no lo votan? Es como Am Israel (el Pueblo de Israel) que quería un rey, y D’s le dijo al profeta Shmuel: Es cierto que tú tienes razón, pero no se puede ir en contra de la voluntad de la nación. Y así escribe el Netzi”v (Rav Naftali Tzvi Iehudá Berlín) en su comentario a la Torá “Hamek Davar” en cuanto a la mitzva de “pondrás sobre ti al rey” (Dvarim 17:15), que se necesita el consentimiento de la nación. En efecto, nuestro Rav dijo que se debe votar por un partido religioso, pero la pregunta es si ese partido precario todavía se lo puede llamar “partido”, o ya no hay en él la cantidad mínima para ello, porque su influencia no es notoria.
5. Como hemos dicho, gran parte del público religioso-nacionalista vota por el Likud (Partido Nacional Liberal). ¿Por qué? Por lo visto, porque ese es el partido más genérico. Es cierto que no tiene la gran ventaja que se guie por laTorá, y por ello no es según mi voluntad, pero en el paisaje político existente, es el partido más Clal israelí. Y una pequeña fracción de un gran partido tiene más fuerza que un partido pequeño, que todo él es según mi voluntad.
6. Pero debemos corregirnos en cuanto a que ese partido no se dirige según la Torá, porque no es exacto. Como es sabido, la Torá se encuentra por encima de todos los partidos, ella es Clal israelí, ella ve lo bueno de todos los partidos, que todos ellos juntos construyen la Casa de Israel.
7. Pero todavía no hemos contestado la pregunta primordial: ¿Por qué el público religioso-nacionalista no escucha y no acepta las recomendaciones de sus Rabanim – que se adhieren cada vez a una lucha de retaguardia en cada elección? ¿Qué es lo que le molesta al público religioso nacional en cuanto a sus líderes, los políticos y sus Rabanim? Muy sencillo, él piensa que no son capaces de dirigir la nación. Y la prueba, es que no son capaces de dirigirse ni a si mismos. Es un hecho: Se encuentran divididos en dos partidos, cuando cada uno de ellos está sub-dividido en otras fracciones. Así piensa el público con gran dolor, y a veces agrega: Una vergüenza. El público no es ciego. Bien se da cuenta que muchos de sus dirigentes políticos – y lamentablemente también espirituales – están ocupados en intrigas y peleas bajas. Por ello, no deposita su confianza en ellos. Por ello, el partido se va hundiendo. Eso me recuerda el mito de Platón en cuanto al reinado de Atlantis, que se hundió en el océano. Muchos creen que esa leyenda es una crítica insinuada en cuanto a la ciudad Atenas, la capital de Grecia, que se fue hundiendo por intereses personales, falta de disciplina, conflictos internos, demagogia y corrupción moral.
8. Por supuesto, los dirigentes espirituales no cesan de hablar en cuanto a la unión, pero el público no es inocente, bien se da cuenta que la intención es: Unidad como yo. Y en la práctica “este descalifica a uno, y ese otro lo descalifica a él”. La corriente central ya esta harta de esa hipocresía religiosa típica.
9. Y hay algo más que le molesta a esa corriente central, que en sí es muy unida, y también está unida con toda la nación. En las márgenes hay corrientes extremistas que le molestan mucho. Por supuesto, también esas corrientes marginales son personas buenas y apreciadas, pero no son representativas. Pero la impresión – incorrecta – es que esas corrientes marginales son la punta de lanza, por la prensa que siempre se centra en los límites, en lo anormal, en lo extraordinario.
10. Y otro problema que hay, es que muchas veces en el mundo la fracción extremista es la que tira del carro, y todo el resto teme abrir la boca – no sea que sea culpado de traición, de debilidad, de conformismo, etc. El extremista bien sabe utilizar las artimañas del don de la palabra en forma sofisticada y demagógica. Pero D’s hizo una bondad con su mundo, que los extremistas tienen poco éxito en sus intentos de convencer al público sano que se dirige por el camino central. Entonces, los extremistas invierten sus energías en convencerse a sí mismos en sí mismos, y allí ven frutos, y así son más o menos los discursos internos de ellos: “Nosotros poseemos toda la verdad. El que no piensa como nosotros está equivocado - no es necesario demostrarlo. No alcanza con cambios cosméticos de la sociedad, se necesita un cambio radical. Para ello todos los esfuerzos son justificables. No estoy dispuesto a ninguna concesión. Tampoco la ley me dictará qué hacer. Nosotros preparamos una alternativa, con la ayuda de D’s lo lograremos a través de la persistencia y la devoción. Es cierto que somos una minoría, pero somos muy selectos. Somos toda la nación. Y en general, no somos extremistas. Ellos son extremistas en su debilidad, y nosotros devolvemos las cosas a su equilibrio. Por supuesto que nos oponemos a la violencia, pero en situaciones especiales se deben utilizar los medios adecuados. Nosotros no somos culpables de ello, son ellos los que nos obligan. Esa es la regla, no nos escabullimos, somos serios”, etc.
11. Y de esa forma, el público religioso-nacional que es un público muy preciado, de fe, serio y trabajador, se encuentra disperso y disgregado entre los partidos, cuando muchos de ellos se dirigen al partido que les parece Clalisraelí. Y la verdad debe ser dicha, ellos aman mucho la unidad, la generalidad y el israelismo.
12. Pero no desesperamos. Por el contrario, hay que aprovechar la profundidad de la crisis para subir y trepar alto. Hay un remedio. Un remedio sencillo, maravilloso y conocido: Que todos los electores se anoten para elegir el dirigente, parlamentarios y dirigentes internos de un partido religioso nacionalista. Un partido grande y genérico. Elecciones directas, sin artimañas. Porque ya hace mucho tiempo que el público no tiene fe, sospecha, no confía, y les tiene mucho miedo a los activistas.
Ese es el remedio, no hay otro. Sin él, hay un serio peligro que todo se marchite, se degenere, se desintegre. Y con él, hay una gran esperanza que todo vuelva a renacer.
No se debe pisotear las cabezas del pueblo kadosh (santo), sino que ocuparse de los asuntos públicos con fe, por la buena causa.


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