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1/22/2012

Diferencia de opinión, por Rav Shlomo Aviner Shlit"a


Diferencia de opinión
(Arutz 7, Jeshvan 5756, una semana antes del asesinato del Primer Ministro Itzjak Rabin z”l)

Me dijo un amigo: ¿Cómo puedo no odiar a esas personas? ¡Ellos tienen ideas terribles, espantosas, que ponen en peligro al pueblo, la tierra y el país! ¿Acaso debo aceptarlas, ser amigo de ellos y coincidir con todo lo que digan?
No. Se trata de un error. Diferencia de opinión es legítima, y a veces es necesario. Tú debes luchar con firmeza contra esas ideas, que son como una enfermedad para la Casa de Israel. Pero eso no justifica odiar a la persona que expresa esas ideas. Diferencia de opinión – sí. Distanciamiento de corazones – no.
La idea es odiada, pero la persona que la piensa no lo es. Hay que diferenciar entre el tema y el que lo presenta.
Quizás tú digas: Es difícil hacer esa separación, yo identifico a la persona con lo que piensa. Y a pesar de ello, debemos ser capaces de separar. No se puede mezclar. Una persona con una concepción política que tú te opones a ella, no se transforma por ello en un “animal político”: Es una persona. En primer lugar, es una persona que pertenece a Am Israel (el Pueblo de Israel), y luego tiene una opinión política determinada. No se limita a un “animal político”, el vive y respira, trabaja y ama, es esposo de su mujer y padre de sus hijos, y le brinda a las personas. Su personalidad no se limita a su “casilla” política.
Esa separación es obligatoria. Cuando se la ignora, se crean estereotipos, y se le “pega” al prójimo una apariencia exagerada, caricaturesca, que en gran medida no es cierta. Se desvanece todo el aspecto humano de su personalidad, y entonces está permitido odiarlo, golpearlo, y ¿quién sabe? incluso matarlo.
Es cierto que se trata de un proceso natural: Cuando hay un gran antagonismo a la posición de una persona en asuntos críticos, hay un deterioro paulatino en cuanto a la actitud frente a su personalidad, el aspecto humano de él. Para evitar ese proceso es necesario hablar, intercambiar opiniones. ¿Entonces, comenzaremos a organizar simposios? No. No se puede hablar en forma normal en un simposio, o una reunión de mucha gente. Hay que hablar el uno con el otro, o a lo sumo dos con dos. El investigador sociológico ingles Parkinson escribió que una charla es efectiva si el número de participantes de ella son entre tres y cinco. Hasta cinco personas, la persona habla. Si hay más, ya se trata de un discurso, y eso evita toda aclaración de ideas. Debes conversar con personas que no pertenecen a tu grupo. No me preguntes dónde los encontrarás, los encontrarás dentro de tu propia familia: En toda familia hay datiim (religiosos) y no datiimjaredim (ultra-ortodoxos) y tzionim (sionistas), derechistas e izquierdistas,ashkenazim y sfaradim, etc.
Se puede charlar agradablemente, y tendrá un doble provecho:
1. Evitará los mal entendidos. Nadie convencerá al otro, pero su “caricatura” se disolverá.
2. Otro gran provecho: Verás que también el otro es una persona, y se merece ser amado. 

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