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1/25/2011

Los Rabanim y la política, por el Rav Shlomo Aviner Shlit"a.



Los Rabanim y la política

Pregunta: ¿Acaso es correcto que los Rabanim (Rabinos) se ocupen de política? Quizás su papel es ocuparse de la Torá, de la elevación de los individuos particulares en su vida – lo que, por supuesto, será una gran bendición para la nación. Pero no deben ocuparse de asuntos públicos generales. Y por supuesto que no deben ocuparse de asuntos públicos importantes en los que hay diferencias de opinión, cuando ellos reciben un sueldo del estado.
Respuesta: En efecto, hay una concepción de ese tipo que arguye que “denle al Cesar lo que es del Cesar, y denle al dios lo que es del dios”. El gobierno se ocupará de los asuntos del estado y este mundo, y las autoridades religiosas se ocuparán de los asuntos de las almas y el Mundo Venidero. Esa es la conocida concepción cristiana, y eso fue lo que le dijo esa persona a nuestros sabios, los Prushim (Fariseos).
El problema es que mientras tanto, vivimos en este mundo, en la vida del público y del estado, y también tenemos planeado quedarnos aquí mucho tiempo - todo lo que nos permita D’s en Su bondad.
El problema es que justamente a través de lo que sucede en este mundo llegamos al Mundo Venidero (Mesilat Iesharim, Cáp. 1).
El problema es que nuestro ideal no es sólo "el cielo", sino que también "la tierra", siguiendo a nuestro patriarca Avraham que fue ordenado: “Vete, a tu tierra”. Y también nuestro Rav Moshé fue ordenado por D’s: “Bastante ha sido para ustedes permanecer en este monte, den vuelta y emprendan el viaje... mira, que Yo he puesto la tierra delante de ustedes” (Dvarim 1:6-8). Esa es la particularidad de nuestra Torá: No sólo una Torá del individuo particular, sino que una Torá de la generalidad. O para ser más exacto: La Torá del público general, y la Torá del individuo particular. O más exacto aún: La Torá del individuo particular, a través de la Torá del público general.
Porque, ¿qué es política? Es una palabra griega, que quiere decir: "Dirección de la ciudad". Y en forma amplia: Dirección de la nación, del país. Y por ello, no sólo que los Rabanim tienen permitido ocuparse de ello, sino que tienen la obligación. Ellos no sólo son responsables del espíritu de los individuos particulares, sino que también del público general.
Por supuesto, no se trata de los detalles políticos, la técnica, sino que de la filosofía de la política. ¿A qué se parece? Un Rav no se ocupa de la medicina, sino que de la ética medicinal. No es un ecónomo, pero se ocupa de la moralidad económica. No es un oficial de infantería, pero define lo que es pureza de armas.
Y también se ocupa de la política, en el sentido de la conducción de la nación y el país – lo que es un asunto para los pensadores. Porque los activistas políticos y los organizadores son personas que tienen una forma de ver parcial, no tienen las herramientas para encontrar la solución de problemas generales con un sentido histórico, moral y espiritual. Esas soluciones se encuentran en manos de los talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá).
Para ello, se debe conocer los hechos y los problemas, conocer las instituciones, ser capaz de juzgar de acuerdo a los valores, de reconocer procesos históricos. En pocas palabras: Ser el educador de la nación.
Por supuesto, también los técnicos políticos deben ser personas limpias, que se ocupan de las necesidades del público con integridad – y no estar hundidos profundamente en el barro de las maquinaciones inmorales. Pero también cuando sean leales sirvientes del público, no podrán elevarse en el sublime modelado de la sociedad – lo que entiende el talmid jajam, esa maravillosa persona que se lo puede definir como un idealista-realista. Por ello, los pensadores siempre se ocuparon de la política, desde los profetas hasta los sabios – es decir, deben conocer bien la realidad, determinar la meta y señalar los caminos a ella. En una palabra: Educar la nación.
Y esa es la respuesta a la pregunta: ¿Qué deben hacer los Rabanim que reciben un sueldo del estado, cuando – D’s no lo permita – las instituciones estatales le ordenen no opinar en cuestiones políticas?
Muy sencillo: Ellos continuarán opinando, como lo hicieron los profetas y los sabios a lo largo de todas las generaciones, incluso en la galut (el exilio).
Ocurrió una vez que Rabí Menashe de Ilya criticó agudamente el gobierno ruso en cuanto al decreto de los cantones (niños judíos de 10 años de edad que eran enrolados  en el ejército por 25 años, en el marco del programa de la rusificación del Zar). Le dijeron los dirigentes de la comunidad que siendo un Rav oficial que recibe sueldo, tiene prohibido expresar su opinión al respecto. Les contestó ese gran talmid jajam – discípulo y amigo del Gaón (genio del estudio de la Torá) de Vilna: Entonces, en este preciso momento yo dimito. Ya no soy su Rav oficial, no quiero recibir ningún sueldo, y yo diré todo lo que quiero y debo decir.
Y así deben hacer nuestros Rabanim hoy en día. Y también es muy lógico y necesario. Porque la influencia del Rav no depende de su título oficial. Él no impone su opinión a nadie, sólo enseña Torá e influye en las cabezas y los corazones de los que quieren escucharlo. Entonces, su dimisión no quiere decir que dejará de hablar e influir, sólo dejará de recibir un sueldo por ello. Si los Rabanim estarán dispuestos a callar para recibir ese dinero no es “que aborrezcan el lucro” (Shmot 18:21), y eso ya es un defecto esencial. Y de esa forma, por supuesto, perderá toda la confianza del público, que verá que sus dirigentes espirituales no dicen todo lo que piensan y “cuelan” sus palabras con el colador de plata.
Y por ello, si acaso se cumplirá esa pesadilla en la que se les prohíba a los Rabanim opinar en cuestiones del público, no tendrán más remedio que dimitir, y encontrarán su sustento de otra forma, y podrán decir lo que piensan con libertad.
Por supuesto, puede que haya un Rav que no hable de temas públicos porque no entiende de eso - y por supuesto que tiene razón, ya que no entiende. Es una pena que no entienda, porque es parte de su obligación. Y también puede ser que algún Rav hable de esos temas y se equivoque. En efecto, en todo tema se debe estudiar mucho, pero eso no lo exime de su obligación de aprender y entender. También puede ser que no se percate del límite entre la política y la técnica política – y también eso es un error.
Pero en general, por supuesto que tiene la obligación de ocuparse de la política. No "a pesar que recibe un sueldo del estado", sino que justamente el hecho que recibe un sueldo acrecienta su obligación de preocuparse por el país.
Conocemos muy bien esa concepción según la cual la religión no debe entrometerse en los asuntos del estado, y se exime de la responsabilidad de corregir las injusticias. Respecto a ella fue dicho: "La religión... es un alma del mundo sin corazón... la religión es el opio de los pueblos" (Karl Marx). En su opinión, "la meta de la religión es adormecer la conciencia política del pueblo, describirle un mundo imaginario más allá de la felicidad que puede encontrarse aquí. Es decir, acostumbrar a la persona a un mundo sin alma".
Pero nosotros no pensamos así. Cuando le preguntaron a nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk si es correcto que los Rabanim se entrometan en la política, él contesto: "Es muy correcto! Según la Torá, ellos tienen la obligación de hacerlo. De lo contrario, son unos traidores. Está escrito en la Torá 'no se amedrenten' (Dvarim 1:17)" (prólogo a BeMaaraja HaTziburit).
Y en otra ocasión, cuando le dijeron delante que por lo que dijo comenzó toda una discusión en el público, y los Rabanim no deben ocuparse de la política contestó: "No le pido permiso a nadie. Lo que es justo y auténtico tengo la obligación de hacerlo saber y publicar, según la Torá. La política de Clal Israel (la totalidad genérica del Pueblo de Israel) es Torá, y es kdoshá (santa)".


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