10/23/2013

Rabino Shlomo Aviner: Soy belicoso

BS"D




Ieshiva Ateret Ierushalaim
Bajo la dirección del
Rabino Shlomo Aviner

                                                 #206

Soy belicoso

Parte1:
Si, soy belicoso. No se ve bien, pero a veces no hay más remedio. No es decoroso, no es acostumbrado, pero no me importa, por ello soy belicoso.
El que es débil, como un felpudo, lo pisotean hasta el final. El mundo está lleno de personas ingenuas que alaban la conciliación - y su fin es muy amargo. Por ello, hay que ser serio y responsable – ¡y atacar! Yo no ataco sin razón, por mis tendencias violentas: Yo también amo el silencio y la tranquilidad, pero como dice el refrán “si quieres la paz, prepara la guerra”.
Yo ataco sólo a enemigos. Y por supuesto, no espero que me ataquen para defenderme, es demasiado tarde. Yo antecedo el remedio a la enfermedad, y ataco primero. La mejor defensa es el ataque. Me gustó lo que escribió Rabí Itzjak Arama, autor del libro “Akedat Itzjak”: El hombre fue creado luchador.
También D’s, que nosotros debemos marchar por sus caminos, es un luchador, “señor de batallas, siembra actos justos, hace florecer salvaciones” (Birkot Kriat Shma).

Parte 2:
¿Y contra quién lucho? No soy una persona vil. No veo enemigos en todo lugar, de todo tipo, en forma enfermiza. Yo también se renunciar y echarme a un lado. No digo que todo el que no pertenece a mi grupo es un enemigo. No.
Yo reviso y pienso y estudio bien el tema, hasta que salgo a luchar. Pero si decidí, continúo hasta el final, una lucha sin cuartel por la vida o la muerte, hasta que mi enemigo es exterminado totalmente, sin posibilidad de volverse a levantar. Invierto mucha energía, sacrifico mi vida, porque de ello depende mi vida. Ese es el concepto de guerra total, como dijo el gran teórico Carl Von Clausewitz, o como dicen los franceses “en la guerra, como la guerra”.
Entonces, ¿quién es mi enemigo? ¡La maldad! Me saca de quicio. Yo la odio, y lucho contra ella en todo lugar que la encuentro. Y de esa forma hago un bien, no sólo a mí mismo, sino que a todos. Y no me digan: ¿Quién eres, un indigno como tú, para enarbolar la bandera de la lucha contra la maldad?
Porque yo les diré: Es cierto que soy indigno, por ello debo luchar contra la maldad, porque si no lucharé contra ella continuaré siendo indigno.

Parte 3:
¿Dónde encuentro tanta maldad? Ese tema es lo más fácil saber, y lo más difícil de hacer: En mí. Yo lucho contra la maldad que hay en mí. No en los demás. Qué desvergüenza deberé tener si lucharé contra la maldad de los demás y no la mía propia – ¡eso mismo sería una tremenda maldad!
¡No quiero ser malo! No dije que seré tzadik (justo), pero no quiero ser malvado. No quiero ser un prisionero del Satán. No quiero ser una persona salvaje, pagana.
Es cierto que no valgo mucho, y no me vanaglorio como si fuese importante o seré importante. Pero de todas formas, luchando contra la maldad no renuncio, no me hago ningún descuento. Lucharé contra toda transgresión, contra toda negligencia, contra toda mala cualidad.
Esa es mi máxima aspiración, y cuando la logro, incluso un poco, me colmo de felicidad. ¡Cuán feliz soy!
Todo eso no lo inventé yo, lo encontré en los libros de musar (cultivo de las virtudes).
Si, la vida no es un parque de diversiones. La vida no es un parque de entretenimientos. Es una guerra, y yo salgo a luchar con alegría.
¡Que les vaya bien, mis compañeros de armas!


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